Un preso dona 20.000 euros a Cruz Roja por ayudarle hace 25 años

El interno de origen kurdo cumple seis meses de pena en Navalcarnero y tiene negocios de hostelería

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Vista aérea de la prisión de Navalcarnero Ángel de Antonio

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Hace unas semanas, en los peores momentos de la pandemia, al director de la cárcel de Navalcarnero, José Antonio García Liso, le llegó una peculiar instancia de un preso. «Quiero donar 20.000 euros para devolver un poco de todo lo que he recibido». Tras la sorpresa inicial, el director revisó su expediente y habló con él.

El interno está cumpliendo una condena de seis meses por un delito de amenazas en el ámbito doméstico que acaba el 15 de agosto. «No me pidió nada ni minimizó su delito ni se excusó, solo me explicó su historia», cuenta el responsable de Navalcarnero a ABC. «Lo único que me pidió es que fuera anónimo, no quería aparecer de ningún modo».

«Babo», así convinimos llamarlo, tiene 53 años y cuatro hijos. Una de ellas estudia enfermería. En su celda veía en televisión a los sanitarios sin protección combatiendo contra el virus y de ahí surgió la primera idea. Le dijo a García Liso que podría entregar el dinero para la propia cárcel, pero el director le respondió que eso no era posible. A partir de esa negativa, el interno se organizó y sus 20.000 euros acabaron en la cuenta bancaria de Cruz Roja, como demuestra el documento que luego entregó a la prisión. «Ellos me ayudaron cuando no tenía nada», volvió a contar.

Babo (significa padre) es de origen kurdo, la minoría étnica sin Estado propio más importante del Medio Oriente. Nació y vivía en Turquía. Allí trabajaba en el campo como sus cinco hermanos y, como millones de kurdos, sufría persecución.

En 1995 llegó a Ceuta, solo y sin nada. Encontró «a una madre», según sus palabras, Ana, una mujer miembro de Cruz Roja que le proporcionó comida, cama y ayuda para iniciar los trámites de solicitante de asilo político. Su historia es la de alguien, que como su pueblo milenario, no se rinde jamás.

Trabajó durante cinco años en la construcción, sin descansar ni festivos ni vacaciones, y así empezó a ahorrar para crear su próspero negocio. Antes del estado de alarma tenía a 120 trabajadores en nómina empleados en sus restaurantes de kebab.

En sus charlas con el director de la cárcel y con un funcionario con el que mantiene una extraordinaria relación el recluso reiteró su agradecimiento a España, a todo lo que le ha dado este país, a que sus hijos son españoles: el mayor tiene 23 años y el menor, once.

Entrega al Banco de Alimentos

No es la primera vez que su dinero acaba llegando a quienes más no le necesitan. Según contó cuando vivía en Ceuta y comenzó a irle bien ya entregó 5.000 euros a Cruz Roja conocedor como era, de primera mano, del trabajo que la ONG con los inmigrantes y refugiados como él.

García Liso recalca que el interno no ha pedido nada a cambio (tampoco lo obtendría porque no está previsto) pero además le faltan solo tres meses para cumplir su pena y quedar en libertad. Cuando salga seguirá con sus negocios, pero mientras ha continuado con su despliegue solidario. La mayoría del género, la carne de sus negocios, se guarda en congeladores. Babo ha mandado a sus empleados que toda la que esté próxima a caducar sea entregada al Banco de Alimentos .

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