El PP se resigna a las salidas de tono del concejal Bou

El empresario cuestionó que el Partido Popular optase por un candidato no catalán

Montserrat, Pou, Casado y Álvarez de Toledo, en una marcha contra el «procés» en 2019 Efe

«Josep Bou... y Vila, Costa, Font, Barceló, Fontarnau, Pujals, Sendra, Soler, Berenguer, Solà... ¡yo soy catalán! ¡y español!» . Cuando el independiente Josep Bou presentó oficialmente su candidatura a la alcaldía de Barcelona no sacó a relucir sus ocho apellidos catalanes, sino que enumeró más de una docena... Era su manera de reivindicar la defensa de España desde la catalanidad, parte de un discurso desacomplejado , como él mismo, que le llevó a sacar dos concejales cuando todas las encuestas señalaban la desaparición del PP del Consistorio barcelonés.

La fijación de Bou con los apellidos no habría pasado de ahí si no fuera por unas declaraciones esta semana señalando la, a su criterio, falta idoneidad de la candidatura de Cayetana Álvarez de Toledo por Barcelona en las dos últimas elecciones generales. Los votantes quieren candidatos que «sean catalanes, tengan apellidos catalanes y hablen catalán (...) Ella no era la mejor persona para hacer esto», dijo Bou poniendo en cuestión una candidatura cuya razón de ser precisamente era esa, la de defender la libertad, y normalidad, de presentar en Cataluña a una candidata que ni es catalana ni habla catalán. Un gesto simbólico que Bou, y la retahíla de apellidos que le siguen, no entendió.

El líder del PP en Cataluña, Alejandro Fernández , trató de inmediato de zanjar la polémica: «Cayetana Álvarez de Toledo es siempre un acierto, en Barcelona, en Madrid o en Tomelloso. Por formación, talento y capacidad de trabajo. En Madrid reciben con los brazos abiertos a Levy , Fisas y muchos otros catalanes que han gobernado allí. Trabajamos precisamente para que en Cataluña no se le pregunte a nadie de dónde viene».

Fuentes de la dirección del PPC añaden que no han gustado nada las declaraciones de Bou , pero no se tomarán medidas contra él. De alguna manera, apuntan, las fricciones con el empresario las asumen como inevitables. Otro tanto sucede en la dirección nacional, que esta semana salía en defensa de Álvarez de Toledo pero sin descalificar a Bou.

Apuesta personal de Pablo Casado -dentro de su estrategia por renovar con independientes las listas autonómicas y locales de abril de 2018-, Josep Bou ha demostrado que es un personaje que va por libre. De hecho, su simpatía y carácter desenvuelto es paralela a la heterodoxia de algunas de sus propuestas, algo que no gusta en ciertos sectores del partido. Fuentes políticas destacan su incapacidad para someterse a una minima disciplina interna, lo que le ha llevado por ejemplo a mantener una muy mala relación con el otro edil del PP en Barcelona, Óscar Ramírez.

Valls y su nacionalidad

Bou fue, con permiso del mediático exprimer ministro francés Manuel Valls , una de las grandes sorpresas de la última campaña electoral en Barcelona. El empresario del sector panadero, conocido hasta entonces por haber luchado contra el independentismo desde la entidad constitucionalista Empresaris de Catalunya , lo tenía difícil, pero acabó sacando 37.700 votos y dos ediles. «Yo no soy político profesional. Soy empresario y sé como levantar persianas y hacer llegar sueldos a final de mes a casa», ha sido uno de sus lemas más repetidos.

Otras propuestas resultaron más polémicas, como la idea de disponer de una brigada de militares paracaidistas para luchar contra la inseguridad, o unas declaraciones -como ahora con Álvarez de Toledo-, cuestionando si la nacionalidad francesa de Valls ayudaría a Cs: «Si jugara la Selección española contra la francesa, ¿con quién iría él?».

Sus polémicas le definen tanto como el ímpetu, y afabilidad, con que se toma la política municipal y su relación con el resto de ediles, incluidos los independentistas. La defensa de los símbolos del Estado -acude a cada pleno con un retrato enmarcado de Felipe VI , lo que hará hasta que Colau restituya la imagen del monarca- es una de sus obsesiones, también, como se ha visto, la fijación con los ocho, o doce, apellidos catalanes.

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