Podemos rechaza la oferta a la baja del PSOE convencido de que al final cederá
Sánchez ofrece a Iglesias un mecanismo de control del acuerdo y altos cargos en instituciones públicas
Pedro Sánchez presentó ayer la que asegura será su última oferta a Unidas Podemos para lograr un acuerdo que evite otras elecciones generales el 10 de noviembre . Desde el 28 de abril, el presidente del Gobierno en funciones ha presentado diferentes fórmulas, y eso es, precisamente, a lo que se aferra Pablo Iglesias. En Podemos, dentro de su estrategia de aguantar hasta el final, están convencidos de que el PSOE cederá al pulso con una propuesta mejor.
La sensación de que el PSOE asume demasiado riesgo con una repetición electoral es creciente en las filas socialistas, pero no alcanza a las esferas de poder en Ferraz y La Moncloa, donde se ha impuesto la idea de que la coalición es «inviable» y que en ese caso es mejor volver a las urnas . Hay quienes en privado defienden incluso la repetición electoral como la mejor opción.
El líder socialista parece determinado en su rechazo a la coalición porque es «impracticable» y «no nos parecemos tanto como para gobernar juntos». Aquí los socialistas aluden a las «grandes divergencias en importantes cuestiones de Estado». Por ejemplo, la «crisis territorial que podemos tener en los próximos meses». Si en la campaña de las generales Sánchez destacó por un tono optimista sobre la situación de España, ahora quiere jugar la baza de la estabilidad en un momento difícil.
El presidente del Gobierno en funciones admitió ayer que entramos en «un momento crítico para nuestro país» por el «enfriamiento de la economía, el Brexit y el pulso secesionista». Un escenario que «requiere un Gobierno fuerte». Y en ese punto se mostró contundente respecto a que no cederá más para lograr su investidura: «No estoy dispuesto a presidir un Gobierno si en su acción y desempeño no es útil a nivel general». Sánchez se reservó para el final su oferta, pero en los primeros 20 minutos de su intervención preparó su relato y reprochó al resto de fuerzas su actitud de no facilitar su investidura. En concreto, a Podemos le cuestionó que en las negociaciones de julio «empezó a confirmarse su mayor temor»: que pretendían «dos Gobiernos en uno».
El relato de la humillación
Pero el líder del PSOE no puede permitirse ante la eventualidad de elecciones un enfrentamiento abierto con Iglesias, ya que en La Moncloa están convencidos de que éste explotaría el «relato de la humillación» . De hecho, antes del acto con aroma a campaña del PSOE, esa fue la narrativa con la que Iglesias rechazó a primera hora del día las 370 medidas de Sánchez.
«Yo estoy dispuesto a humillarme a mi, pero no a que se humille a 3,7 millones de votantes que nos han votado», subrayó el líder de Podemos, durante una entrevista en TVE. «Nosotros hemos demostrado nuestra voluntad de ceder. Si después de eso Pedro Sánchez quiere acumular todo el poder no estará entendiendo el mandato de las urnas. Espero que reflexione», añadió.
Iglesias se permitió incluso poner en duda las promesas del PSOE: «¿Cuánto tiempo dura la palabra de Sánchez?», espetó; al recordar que en julio ofrecieron una coalición y ahora no dejan de rebajar su propuesta. «Nosotros sí mantenemos nuestra oferta».
Mañana se reúnen la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo, y el secretario de Acción de Gobierno de Podemos, Pablo Echenique. El día 10 se espera que lo hagan los secretarios generales . Sin embargo, en Podemos se mantendrán inmóviles en su posición y aguantarán el pulso hasta el último minuto convencidos de que Sánchez se enfrenta al riesgo real de perder la Presidencia del Gobierno por la desmovilización de la izquierda. En el entorno de Iglesias creen que esa presión obligará al PSOE a lanzar una oferta desesperada e «in extremis».
Luego, Sánchez insistió durante el acto en que «no hay condiciones hoy para convertirnos en socios de Gobierno», pero propuso «construir confianza». La argumentación deja la puerta abierta a una coalición en un futuro. algo que en el PSOE no se atreven a negar. Pero que no aceptarán todavía.
El PSOE ofreció ayer a Podemos «un riguroso sistema de control» para garantizar que el acuerdo programático que les prometen se cumplirá . Se trataría de una «triple garantía», siendo la más destacada la creación de una Oficina de Cumplimiento del Acuerdo, dependiente del Ministerio de Hacienda. Además habría dos comisiones de seguimiento en Congreso y Senado. Y, por último, un poco concreto «mecanismo de verificación reforzado» en el que participe la sociedad civil. El otro anzuelo que Sánchez lanzó a Podemos es ofrecerle cargos en «instituciones no supeditadas al Consejo de Ministros».
En Ferraz no quieren desvelar más detalles por ahora, pero aquí entrarían empresas públicas y organismos reguladores . En Podemos lo descartan porque consideran que cada vez rebajan más la oferta. Y lo cierto es que el planteamiento es menos ambicioso que el Gobierno de cooperación que se planteó en el mes de julio y que contemplaba la presencia de Podemos en segundos y terceros niveles del Ejecutivo.
Un texto continuista
El esperado programa que Sánchez presentó ayer con un total de 370 medidas lanza guiños evidentes a Podemos, como en algunos aspectos sociales o medioambientales. Pero también endurece aspectos diferenciales entre las dos formaciones. El ejemplo más claro es la cuestión territorial. El texto tampoco termina de concretar medidas en aquellos aspectos en los que socialistas y populistas comparten diagnóstico pero no soluciones, como en lo relativo a la vivienda y el mercado del alquiler. En fiscalidad se trata básicamente del programa del PSOE.
La sensación del texto y del acto es que los socialistas presentaban un programa electoral de cara al 10 de noviembre. Absorbiendo aspectos importantes para Podemos pero fijando el terreno en la cuestión territorial al incluir un rechazo expreso al referéndum de autodeterminación. Es la posición del PSOE, pero los socialistas han querido plasmarla en el documento y no limitarse a su consigna de defender el «diálogo dentro de la Constitución». La ambición de crecer a costa de Podemos y Ciudadanos sigue siendo el objetivo de la sala de máquinas en La Moncloa.
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