Manuel Marín

Podemos, errático y sin dominio

Manuel Marín

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Si en algo empiezan a ser unánimes las encuestas es en el progresivo declive electoral de Podemos, por más que no haya escenario electoral a la vista y todo quede desvirtuado. Por un lado, los esfuerzos de refundación de un PSOE que necesariamente se inclinará a la izquierda en busca del votante que huyó hacia Pablo Iglesias volverá a generar dudas en el elector progresista más radicalizado, tentado de volver al socialismo. Por otro, Podemos empieza a acusar mucho desgaste como gestor de relevantes Ayuntamientos debido a sus contradicciones, a las conductas poco ejemplarizantes de algunos de sus dirigentes, y a sus excesos.

Esa mezcla termina causando una latente división interna y una creciente pérdida de credibilidad en Pablo Iglesias, porque aunque la pugna por el liderazgo quedó claramente zanjada en la asamblea de Vistalegre, la estrategia del partido hacia la presidencia del Gobierno está dejando mucho que desear entre sus bases. Podemos pinchó hace unas semanas en la Puerta del Sol, pincha en asambleas locales, y pincha en un discurso monótono y repetitivo carente de expectativas. Iglesias ha cometido un error al presentarse ahora como un agente supradependiente de Pedro Sánchez porque ofrece síntomas de debilidad y contribuye a rearmarlo.

Sánchez no está para más trampas. Hace más de un año, dependía de Iglesias y fue traicionado. Primero por Podemos y luego, por la mitad del PSOE. Hoy, es un Iglesias errático quien aparece ante la opinión pública como un arrepentido con talante sumiso dispuesto a investirlo. Pero su oferta –poco fiable en cualquier caso porque el triunfo de Sánchez era el peor escenario para Podemos-, llega tarde y mal. La legislatura avanza y es Sánchez quien se ha propuesto dominar la situación, manejar los tiempos sin obsesiones prematuras de poder, y dividir a Podemos. No habrá desgaste para Sánchez en la moción de censura. Parece haber aprendido a ser paciente. Iglesias quería que el PSOE se retratase porque si no se vota «sí» a Podemos, es porque se vota «sí» a Rajoy. Pero el PSOE ya está por encima de esa rancia ecuación sin recorrido político porque la demagogia podemita surte cada vez un efecto menos motivador y efectista. El péndulo oscila en sentido inverso a los deseos de Podemos.

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