El plagio como síntoma: benditos los que no aspiran a nada

El afán por competir es tan fuerte que pocos escapan a esta tentación

El presidente del Senado, Manuel Cruz, ofrece declaraciones a los medios de comunicación en la Cámara Alta un día después de que el diario ABC publicase una información sobre el supuesto plagio de Cruz a nueve autores en su manual de filosofía EP
Pedro García Cuartango

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Conozco personalmente a Manuel Cruz , he leído algunos de sus libros y le considero una de las mejores cabezas del panorama intelectual español. Le tengo por un hombre honesto que había llegado a la política un tanto a su pesar por diferentes circunstancias.

Por eso me ha sorprendido mucho la información de ABC, que acredita sin ningún género de dudas que Cruz copió párrafos de dos textos clásicos que conocemos todos los amantes de la filosofía: la historia de Nicola Abbagnano y el texto de Gianni Vatimo sobre Heidegger, que tengo en mi biblioteca subrayado y anotado.

Desconozco sus explicaciones, pero no hay duda de que Cruz ha utilizado fragmentos literales de esos autores en su manual de filosofía, publicado en 2002 y reeditado posteriormente. Creo que debería haber citado su procedencia , una práctica habitual cuando se expresan ideas de otros colegas.

Dice el refrán castellano que el mejor escribano echa un borrón. Y eso es lo que le puede haber pasado a este profesor universitario, cuya trayectoria no debería ser desmerecida por esta mala práctica, cuyas causas no acierto a desentrañar.

Más allá de este caso, lo sucedido debería hacernos reflexionar sobre los frecuentes episodios de plagio que hemos conocido en los últimos tiempos y en los que se pone en evidencia que políticos, científicos, profesores e intelectuales se aprovechan del trabajo de otros para no hacer el suyo.

Las causas de estas conductas son diversas, pero no hay duda de que vivimos en una sociedad muy competitiva donde se exige publicar, engrosar los currículos académicos y tener títulos sin los cuales nadie parece respetable.

Hoy ya no se lee por placer y sólo se piensa en los réditos a corto plazo. El gran mal de la sociedad contemporánea es la utilidad y eso ha contaminado también a los espíritus más elevados. El afán por competir es tan fuerte que pocos escapan a esta tentación .

Insisto en que no conozco las motivaciones de Manuel Cruz, pero lo revelado por este periódico pone en evidencia que algo falla en una sociedad donde parecer es más importante que ser. Por eso, siempre he considerado muy valioso todo lo inútil como disfrutar de la Ética de Spinoza o abstraerse en un poema de Baudelaire. Benditos los que no aspiran a nada.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación