Asalto a la casa de Bárcenas
Las pesquisas no acreditan la implicación del falso cura
La pieza se abrió en noviembre de 2018 y hasta este mes de septiembre ha seguido bajo secreto
Las diligencias desplegadas en el caso Villarejo para esclarecer, si como se sospechaba, el asalto a la vivienda de Luis Bárcenas a cargo de un individuo disfrazado de sacerdote era parte de la Operación Kitchen no han conseguido acreditar este extremo, según informan a ABC fuentes jurídicas.
El suceso se produjo el 23 de octubre de 2013, cuando el despliegue parapolicial para recuperar documentación comprometedora del PP que pudiera conservar Bárcenas ya estaba en marcha. Enrique Olivares, vestido con un alzacuellos, consiguió que le dejasen entrar aduciendo que acudía enviado por Instituciones Penitenciarias para hablar de su salida en libertad. Una vez dentro, pistola en mano, maniató a la esposa del tesorero, Rosalía Iglesias, al hijo de ambos y a la empleada de hogar, Victoria Feliz de la Cruz, reclamándoles la ubicación de los supuestos papeles del tesorero. Sin embargo, el joven Willy Bárcenas se desató y consiguió reducir al asaltante . Poco después, y pese a que no vivía en las inmediaciones, apareció a prestar ayuda el chófer de la familia, Sergio Ríos, ahora identificado como el principal confidente de la trama Kitchen a razón de 2.000 euros al mes con cargo a los fondos reservados.
Este hecho, sumado a la coincidencia de las fechas, llevó a los investigadores a presumir que podía tratarse de otra parte de la operación. Sin embargo en lo practicado hasta la fecha no se ha encontrado el vínculo, que se habría tratado de un pago a cambio de aquel «trabajo».
Olivares fue condenado a 22 años de prisión por el secuestro de las tres personas y el arma que portaba, que estaba lista para usar. Sigue cumpliendo en la cárcel madrileña de Aranjuez en un estado de salud extremadamente precario que le impide mantenerse estable sin oxígeno y dificulta su coherencia al hablar , según fuentes penitenciarias consultadas por ABC.
Es el panorama que se encontró el pasado mes de enero la comisión judicial integrada por el juez Manuel García Castellón y los representantes de la Fiscalía Anticorrupción que acudieron a visitarle y tratar de tomarle declaración. Tras un intercambio que no fue especialmente fructífero, el juez acordó diversas diligencias de investigación pero de acuerdo a las fuentes consultadas, no ha dado sus frutos. De momento.
Este es otro de esos elementos que hacen que la pieza Kitchen sea completamente diferente a la treintena sobre Villarejo que están abiertas en la Audiencia Nacional.
Mientras en el resto del puzle se vienen investigando encargos privados al comisario a cambio de ingentes sumas de dinero y sirviéndose a veces de los «recursos más sensibles del Estado» , en «Kitchen» su rol se entiende como policía y el pago, según el juez, es «una suerte de influencia frente a quienes le encargaron la actuación», superiores jerárquicos, en teoría.
El dinero que se movía no era de una empresa o un particular, salía de la caja de los fondos reservados y los medios, también públicos: hasta 68 policías por turnos hicieron vigilancias al entorno de Bárcenas durante meses. Se calcula que toda la operación duró dos años, desde el verano de 2013 y hasta el otoño de 2015, cuando además, Sergio Ríos, entró en la Policía Nacional. Le pagaban con billetes de 500 de los que hay fotos en el sumario.
Pero sí hay un allanamiento en la causa vinculado ya a la operación. La entrada del jefe policial Enrique García Castaño en el estudio de restauración de muebles de Rosalía Iglesias portando un crucifijo de su propia casa para disimular. Le sirvió para conseguir que una empleada del edificio le abriese la puerta. Todo, en busca de audios y papeles comprometedores para el PP y sin informar al juez que investigaba las cuentas del partido.
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