Pedro Sánchez intenta reforzar una imagen de Pablo Casado cercana a Vox

«Estaba deseando que no le apoyáramos. Cuando votábamos «sí», Lastra salía a insultar a Casado. Y cuando Rufián se abstenía, le daba las gracias», sostienen en Génova

Pablo Casado, en el pleno del Congreso de esta semana/ El presidente del Gobierno pide a Pablo Casado que no se sume a la ultraderecha POOL/ ATLAS
Ana I. Sánchez

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Unos días antes de que el Congreso debatiera la cuarta prórroga del estado de alarma, los teléfonos de los distintos líderes políticos empezaron a sonar. Al otro lado, se repartían el trabajo la vicepresidente primera, Carmen Calvo; la vicepresidenta cuarta, Teresa Ribero; el titular de Sanidad, Salvador Illa; o el de Fomento, José Luis Ábalos. El PP había anunciado que no apoyaría la nueva extensión del confinamiento y Moncloa puso a trabajar a sus ministros. La misión era doble. Por un lado, asegurar que la cuarta prórroga obtendría los apoyos suficientes para salir adelante. Por otro, cortejar a todos los partidos conservadores, por pequeños que fueran, para que el presidente del PP, Pablo Casado, compartiera imagen de aislamiento con el líder de Vox , Santiago Abascal.

Con ambos objetivos en mente, los ministros buscaron acuerdos con el PNV, ERC y Cs para asegurar las cifras. Al mismo que buscaban asegurar la votación, los ministros abrían negociaciones con partidos que se posicionaron en contra de la investidura de Pedro Sánchez como Coalición Canaria, UPN o el PRC y lo hicieron con más ahínco que con aliados como Compromís, Nueva Canarias o el BNG.

«Es cierto que hasta la cuarta prórroga no hablamos con todos los partidos pero porque la emergencia era absoluta, la situación era dramática. Había que atender a todo eso. No había tiempo para más», justifican desde el Ejecutivo. «Después hablamos con todos porque para el Gobierno, el estado de alarma era lo más importante y el partidismo quedaba fuera» , añade la misma fuente. «UPN (Navarra Suma) dijo que se abstendría pero se le preguntó qué contrapartidas quería a cambio de votar «sí» e incluso se le ofreció alcanzar un acuerdo escrito, público. No quiso entrar. La misma oferta se le hizo a Coalición Canaria y sí entró en la negociación... hasta la madrugada. Obtuvo cuestiones que solicitó. Y lo mismo el PRC. Las negociaciones con Cs son conocidas. Se ha buscado siempre asegurar el estado de alarma porque era imprescindible para doblegar al virus», justifica la citada fuente.

Los socios, secundarios

Sin embargo, no todos estos grupos eran necesarios para sacar adelante la cuarta prórroga. Y la intensidad con la que el Gobierno negoció con ellos es distinta que la que utilizó con sus pequeños aliados de la izquierda. Frente al «sí» de Coalición Canaria, el PRC o Cs y la abstención de Navarra Suma, tres socios de investidura como Compromís, el BNG o Nueva Canarias no tardaron en dejar de apoyar el Ejecutivo . El primero acabó mutando al «no» denunciando incumplimientos y falta de negociación del Ejecutivo, mientras los otros dos pasaron a la «abstención» exigiendo verdadera voluntad de diálogo. Moncloa mantuvo la amable llamada de rigor antes de cada prórroga pero no se esforzó en culminar acuerdos con ninguno de ellos para que volvieran a su apoyo original. Le interesaba más el «sí» de los conservadores que la abstención o el «no» de los afines.

«Evitar un perfil propio»

«En el PSOE no gustó nada el liderazgo que empezó a proyectar Casado al llevarse los nuevos pactos de La Moncloa al Congreso y convertirlos en una comisión. Y a los que apoyamos la investidura tampoco nos gustó que Sánchez le diera ese oxígeno. El objetivo era y es arrinconar a Casado con Abascal, que tengan el mismo perfil, que Casado no tenga perfil propio. Todo lo que sea pactar con Casado, es cambiar la hoja de ruta, pero también legitimarle como alternativa, legitimar sus políticas, moderarle y darle opciones a la derecha para que sume», subraya un socio del Ejecutivo socialista.

Aquel pacto entre Sánchez y Casado sobre la Comisión para la Reconstrucción había tenido lugar tan solo tres días antes del debate de la tercera prórroga del estado de alarma. El entendimiento parecía, por fin, abrirse entre el jefe del Ejecutivo y el líder de la oposición, dos dirigentes obligados moralmente a dialogar asiduamente sobre la nación, más aún en una situación de crisis.

Pero pocos días después, Moncloa cerraba la negociación con Génova. «Cayetana intentó explotar al máximo ese margen que había conseguido el PP y eso fue el remate, sobre todo para Adriana (Lastra) . Después Casado exigió más negociación para mantener el voto afirmativo y ahí se colocó donde quería el Gobierno. Si alquien rompía no era Sánchez, era Casado. Lo que creo que no se imaginaba Moncloa era que PP llegaría a pasar de la abstención al no. Ahí llegaron a pasar pánico con las negociaciones», recuerda otro de los socios del Ejecutivo.

Las dos Españas

El último debate del estado de alarma, el pasado miércoles, expuso más claramente que nunca esa estrategia de Sánchez de intentar radicalizar la imagen de Casado y mimetizarla con la del presidente de Vox. «Casado Abascal, Abascal Casado, tanto monta, monta tanto», se dirigió a ellos reiteradamente. Para distintos miembros del PP, ésa ha sido siempre la aspiración de Sánchez, incluso cuando pactaba con el líder de la oposición. « Estaba deseando que no le apoyáramos las prórrogas del estado de alarma . Solo hay que recordar que cuando votábamos «sí», Lastra salía a insultar a Casado. Y cuando Rufián se abstenía, Sánchez le decía que le entendía y todavía le daba las gracias», subraya un dirigente popular.

« Es evidente que Sánchez no quiere saber nada con el PP. Busca enfrentar a las dos Españas, que Casado dé miedo al centro y a la izquierda , para que sus votantes dejen en un segundo plano su nefasta gestión de la pandemia. Lo que nosotros tenemos que pensar, es si estamos reaccionando bien o si estamos cayendo en la trampa», reflexiona otro cargo popular.

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