El PDECat quiere para Puigdemont un papel simbólico

David Madí y Quico Homs exigen que Jordi Sánchez sea el presidente la Crida para que el PDECat se diluya en ella

Más tensión en Waterloo: Puigdemont le ofrece Barcelona a Artadi y ésta lo rechaza pot creer que es una trampa

El expresident huido, Carles Puigdemont, durante una entrevista con Reuters en Bruselas, en 2017 Reuters
Salvador Sostres

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Antes de entregar la casa y el equipo, la vieja guardia convergente quiere asegurarse de que mandará en la plataforma resultante, llamada Crida. Por ello tanto David Madí como Francesc Homs , a pesar de la distancia política y personal que en la actualidad les separa, le han hecho llegar a Carles Puigdemont que si no nombra a Jordi Sánchez presidente de la Crida, el PDECat no confluirá.

No es la primera Crida ni la primera vez que Madí usa a Jordi Sánchez de comodín. La primera Crida –entonces se llamó Crida a la Solidaritat – surgió en los años 80 como una plataforma independentista en un tiempo en que pocos lo eran. Fue realmente minoritaria pero logró notables éxitos de convocatoria: el más remarcable fue el multitudinario concierto de Lluís Llach que en 1981 organizaron en el Camp Nou. En esa Crida coincidieron y congeniaron David Madí y Jordi Sánchez, y aunque en los años siguientes Sánchez se escoró a la izquierda y Madí a la derecha, la amistad prevaleció y en 2015, cuando Madí necesitaba controlar la Assemblea Nacional Catalana (ANC) para forzar a Esquerra a aceptar la candidatura independentista conjunta de Junts pel Sí –y evitar de este modo que Junqueras ganara y sustituyera a Mas en la presidencia de la Generalitat–, le pidió a Sánchez que se presentara a las elecciones que servirían para a relevar a Carme Forcadell, que dejaba la entidad para dedicarse a la política. Y fue así como en aquellos tiempos en que Artur Mas, y el independentismo en general, le exigían al presidente Rajoy «un proceso de radicalidad democrática», Jordi Sánchez, que quedó el cuarto de cuatro candidatos, llegó a presidente de la ANC porque Madí maniobró adecuadamente para ello, saltándose «el mandato democrático» que ya en aquellos años, y en los que han seguido tanto le ha reclamado a España.

Repetir la operación

Ahora Madí pretende repetir la operación Sánchez para aprovecharse del tirón electoral de Puigdemont, confluyendo en su plataforma, pero a la vez despojándolo de cualquier poder ejecutivo, por la vía de relegarlo a un papel meramente simbólico que le permita a él y a los suyos continuar mandando en lo que pese a los múltiples cambios de nombre sigue siendo la Convergència de toda la vida. Puigdemont quedaría como la «reina madre» del partido –por decirlo en palabras de Madí– con un papel mucho más simbólico que político. Aunque desde la distancia, e incluso desde una cierta bronca, Homs acompaña a su examigo en este propósito, porque es el único modo que ambos tienen de mandar, ni que sólo sea un poco, en la nueva formulación de su viejo partido.

Puigdemont está al tanto de estas y otras maniobras para irle apartando paulatinamente, sin que se note el cuidado, de la toma de decisiones. Consciente de que sin poder ni influencia perderá cualquier capacidad de negociar su situación con el Gobierno, y se pudrirá en el extranjero, sin poder volver a casa, está más receloso que nunca, e incluso «algo paranoico» , según los que mejor lo conocen. La semana pasada, tras el mayor número de negativas de todos los tiempos que un presidente de la Generalitat haya recibido ofreciendo un cargo, le propuso a Elsa Artadi ser la candidata al ayuntamiento de Barcelona. Artadi también le dio calabazas porque según uno de los principales asesores de la consejera de la Presidencia, temió que fuera una trampa para quemarla en una batalla imposible.

De un lado, Artadi ha desarrollado en los últimos tiempos una intensa agenda propia, poco leal con Waterloo y muy abierta a convencer en Madrid de que ella encarna el futuro entendimiento entre Cataluña por su parte. Del otro lado, y de ahí el recelo, o mejor dicho, el miedo, Artadi y todo el entorno del forajido conocen la fase paranoica en la que está sumido, y por ello la consejera teme que la oferta barcelonesa sea una suerte de venganza, por la muy probable derrota que cualquier candidato del PDECat hallaría ante candidatos como Ernest Maragall, Ada Colau o Manuel Valls.

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