El parricida de Úbeda «adoraba a su mujer y a sus hijos»

El entorno de la pareja asiste incrédulo a lo ocurrido y varias fuentes apuntan a un posible brote psicótico

Un grupo de mujeres se manifiesta frente al Ayuntamiento de Úbeda tras el minuto de silencio EFE/ ATLAS

Javier López

«Javi adoraba a su mujer y a sus hijos». Antonio, buen amigo del triple parricida de Úbeda, prefirió ayer desplazarse hasta su cortijo para evitar escuchar la interpretación de los hechos en caliente que se hizo en Villacarrillo, el municipio jiennense en el que el homicida residió hasta hace medio año junto a su mujer, María Belén, y sus dos hijos, Adrián e Iván, con cuya vida acabó a navajazos antes de saltar al vacío desde un cuarto piso.

Antonio se tomó unas cervezas con la pareja hace una semana en un céntrico bar de la población, próximo a uno de los dos pisos propiedad del matrimonio. Al segundo, ubicado en Úbeda, tenían previsto mudarse en los próximos días. «Lo habían pagado a tocateja. Javi tenía un trabajo estable y había vendido una finca por una pasta. Yo le dije de coña que me prestara dinero y él me siguió la broma. Si estaba triste ni yo lo noté ni él lo demostró».

De ahí su incredulidad, extensiva a todos los que conocían de cerca al matrimonio. A él la definen como una persona afable y graciosa y a ella como una mujer atractiva y encantadora. Para adjetivar a los niños utilizan los términos educados, cariñosos y deportistas. «Eran sobre todo futboleros. Su padre los llevaba a entrenar, estaba muy encima de ellos, se le caía la baba cuando hablaba de sus hijos… Ahora tengo que creer que es un asesino, pero me cuesta comprender la causa. ¿Qué pasó por su cabeza para matarlos?».

Una fuente consultada apunta la posibilidad de un brote psicótico. Al parecer, el piso estaba en perfecto orden cuando entró la policía. Sin embargo, para los conocidos de Javier la enajenación no cuadra. Ni tampoco los celos. El parricida, a decir de ellos, llevaba con María Belén una vida de pareja bien avenida. Nadie los vio discutir en los más de 20 años que han residido en Villacarrillo, donde tenían una extensa red de amigos, con quienes compartían risas y excursiones. Las amistades eran colchón afectivo. Javier decía que si la familia no encajaba en Úbeda siempre tendrían la oportunidad de retornar a su pueblo de origen.

Pero Úbeda les trató bien. Tan es así que tras seis meses de residencia en la ciudad en régimen de alquiler el matrimonio había comprado un piso que tenían previsto ocupar de manera inmediata. De hecho, el sábado, un día antes del parricidio, varios allegados fueron a echarles una mano para preparar la mudanza. «Habían decidido quedarse porque el hijo mayor quería estudiar en un lugar mayor que Villacarrillo y María Belén tenía familiares en la ciudad».

Algunos de ellos protagonizaron el domingo ante la vivienda dramáticas escenas de dolor, compartido por el Ayuntamiento de Úbeda, que ayer decretó tres días de luto, y por la delegada del Gobierno en Andalucía, Sandra García, quien ha enmarcado el triple crimen en el ámbito de la violencia machista. «Será como dice, pero Francisco Javier es una de las personas menos violentas que he conocido en mi vida», apostilla Antonio.

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