Palabras entrecortadas y ruidos inquietantes en Nóos

El nuevo sistema de videoconferencia ha sufrido algunos fallos técnicos en la reanudación de esta causa judicial

JOSEP MARIA AGUILÓ

El plasma es el futuro. Ya empezamos a darnos cuenta de ello en la pasada legislatura, con algunas comparecencias públicas del presidente Mariano Rajoy, y lo hemos podido constatar de nuevo este martes, en la reanudación del juicio del caso Nóos, con la declaración de uno de los testigos a través del sistema de videoconferencia . Aun así, algunos imprevistos fallos técnicos sufridos hoy por dicho sistema nos han permitido descubrir también que ese futuro plasmático debería ser, en principio, manifiestamente mejorable.

Ha sido el exdirector deportivo del equipo ciclista Banesto, José Miguel Echávarri , quien ha declarado esta mañana por videoconferencia, desde Pamplona, aunque en algunos momentos parecía que se encontraba no en otra ciudad, sino más bien en otro planeta, casi tan solo y aislado como Matt Damon en «Marte». Echávarri declaró desde una habitación cien por cien minimalista, que por no tener, parecía no tener siquiera una pequeña ventana. Él se encontraba ubicado en una esquina, en una sala en donde sólo parecía haber la silla en la que se sentaba y la mesa que tenía ante sí. Al fondo parecía vislumbrarse una segunda silla, pero no podríamos asegurarlo con certeza.

Las palabras de Echávarri llegaban al principio algo entrecortadas a la sala de Palma en donde se celebra el juicio, en medio de unos sonidos además ligeramente inquietantes, como los que Íker Jiménez suele estudiar pormenorizadamente en sus programas. Poco después, dejaron de oírse por completo las palabras entrecortadas y los sonidos inquietantes. Fue entonces cuando la presidenta del tribunal, Samantha Romero, decidió de manera muy acertada hacer un primer receso.

Una vez solventado poco más o menos aquel primer problema técnico-psicofónico , hizo entonces su aparición otra contrariedad inesperada. Ocurrió cuando Echávarri dijo que no podía ver los documentos que se le mostraban en la pantalla. Ello obligó a hacer un segundo receso. En la reanudación, la situación pareció mejorar algo, pero no del todo. «¿No se podrá mandar, verdad?», preguntó Echávarri en relación a un documento que se le había mostrado y que no veía bien. Esa pregunta quedó en el aire, así que nos quedamos sin saber si dicho documento se podría haber enviado vía fax, por correo electrónico o con algún teléfono móvil de última generación.

Viendo que la cosa no se acababa de arreglar, Echávarri optó entonces, con muy buen criterio, por ponerse de pie y acercarse a la cámara que tenía enfrente, para intentar ver algo mejor los documentos que se le enseñaban por la pantalla. Una vez conseguido satisfactoriamente ese objetivo, pues incluso llegó a leer algunos fragmentos, pudo sentarse de nuevo. Su declaración pudo concluir, finalmente, sin mayores contratiempos.

Vistos todos los problemas surgidos este martes con el sistema de videoconferencia, quizás sería bueno ir pensando en otras posibilidades para próximas declaraciones. Tal vez, el mejor sistema de todos sería el de teletransportación, cuando técnicamente fuese posible, aunque también es cierto que ni siquiera en «Star Trek» acababa de funcionar del todo bien.

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