El padre que estrelló el coche con su hijo iba a perder la custodia

Recibió una sentencia días antes en la que se cuestionaba el régimen por su bipolaridad

Pere Alberola y su hijo Eloi, en una fotografía publicada en sus redes sociales Vídeo: Fue el padre el que precipitó el coche por un acantilado para que murieran él y su hijo ATLAS

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Laura Ureta vio por última vez a su hijo Eloi, de seis años, el 12 de septiembre. Ese miércoles pasaron juntos la tarde en su casa de Sabadell (Barcelona); luego lo llevó con su padre. Compartía la custodia del niño con su exmarido Pere Alberola desde que la pareja se divorció en 2014. El pequeño, que padecía un trastorno del espectro autista, vivía cada semana con uno de los progenitores y habían acordado que el otro también podía verlo durante ese periodo. La separación fue de mutuo acuerdo, pero en el último año no había sido fácil mantener este régimen y de hecho existían denuncias cruzadas entre la pareja : la de ella contra su expareja por incumplimiento y la de él por maltrato al niño. Pere se había casado después, pero ese matrimonio también se había roto.

El jueves, 13 de septiembre, Laura llamó a su exmarido –diagnosticado de bipolaridad– para hablar con su pequeño. No le contestó a ninguno de los dos móviles que tenía. Tampoco leyó los mensajes de whatsapp que le envió. Luego contaría que se acostó inquieta pero como al día siguiente le tocaba recoger a Eloi para pasar la semana con él trató de calmarse.

El viernes, día 14, llamó al ambulatorio de Sabadell en el que trabajaba Pere. Le dijeron que no había acudido a su puesto y tampoco había avisado de que faltaría. Nada más colgar, la madre telefoneó al colegio de Eloi. Los profesores le dijeron lo mismo: el niño no había asistido a clase. Ella debía recogerlo después de comer en su centro escolar. La calma que hasta ese momento había tratado de mantener desapareció y, sin pensárselo más, se plantó en la comisaría de los Mossos d’Esquadra de Sabadell para denunciar los hechos. Denunció que su hijo había desaparecido horas antes de la hora en la que en teoría habría debido de alarmarse.

Álbumes de fotos abiertos

Laura, que también trabaja en otro ambulatorio de la ciudad, explicó lo que había ocurrido en las últimas horas, que no localizaba ni a su ex ni al niño y dio detalles sobre el régimen de custodia que tenían y su vida anterior. Cuando le preguntaron si temía porque su exmarido le hubiera hecho algo malo al niño dijo que no, pese a las denuncias que se habían cruzado. Pero los policías hicieron su trabajo y ni el instinto de madre, al alarmarse, ni el policial –los agentes se alertaron aún más– falló.

De inmediato, se dio de alta un requerimiento internacional con la matrícula del coche de Per e Alberola para que identificaran a sus ocupantes puesto que el niño estaba desaparecido. Mientras se hacían esas gestiones una patrulla de la comisaría acompañada de los Bomberos se dirigió a la casa de Alberola. El coche no estaba en el aparcamiento y tampoco a ellos les respondió a las llamadas.

Se decidió entrar en el piso. «No me gusta lo que he visto», les comentó uno de los agentes a sus compañeros a la vuelta. No había casi ropa y sobre la mesa del salón y en otros lugares de la estancia encontraron varios álbumes de fotos de Pere con Eloi abiertos de cualquier manera.

Esa misma tarde, el viernes 14, a las 18.30 la Policía francesa telefoneó al número de guardia que habían incluido los Mossos al dar de alta el requerimiento del coche. Les comunicaron que el vehículo buscado había aparecido al fondo de un barranco, entre la carretera que une Portbou y Cerbère. En su interior estaban los cuerpos sin vida de Pere y Eloi. Y lo más inquietante: en lo alto del acantilado habían encontrado una maleta de las víctimas con una especie de testamento, cuyo contenido exacto no ha trascendido.

Afectando al desarrollo

Desde entonces, la Policía francesa ha continuado haciendo gestiones hasta confirmar que la causa de la muerte de Pere y su hijo no había sido un accidente de tráfico fortuito, sino provocado por el conductor. Hace pocas horas se le comunicó a la familia.

Laura Ureta, que corrió a denunciar la desaparición de su hijo incluso antes de que pudiera considerarse tal, no percibió nada extraño en el pequeño el miércoles por la tarde. A la pareja, primero a ella y luego a él, les habían notificado una sentencia días antes. En la misma la juez señalaba que el trastorno del padre estaba afectando gravemente al desarrollo de su hijo y, por tanto, se iba a revisar la custodia compartida. Laura sospechaba que su exmarido había recibido esa noticia judicial la semana de los hechos.

Tras la denuncia, se comprobaron los lugares en los que podrían estar padre e hijo. El fin de semana anterior (el 8 y 9 de septiembre) lo habían pasado en un hotel en la playa. Los empleados los recordaban bien: no habían salido en todo el fin de semana de la habitación. Prorrogaron un día más la estancia y Pere lo hizo por teléfono. Tampoco le vieron ese día.

Ayer, a las puertas del Ayuntamiento de Sabadell, se concentraron unas 300 personas en silencio, con familiares y amigos, para condenar la muerte del pequeño Eloi.

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