Óscar Beltrán de Otálora: «La violencia nos pone a todos delante de un espejo»

El periodista y director de Desarrollo Editorial de Vocento publica 'Tierra de furtivos', una novela negra que refleja una parte de la realidad del País Vasco tras el terrorismo

Óscar Beltrán de Otálora, autor de 'Tierra de furtivos' Ignacio Pérez

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Óscar Beltrán de Otálora (Vitoria, 1967) fue durante muchos años, como periodista de 'El Correo', testigo de excepción de los 'años de plomo' de la banda terrorista ETA. Actual director de Desarrollo Editorial del Grupo Vocento, acaba de publicar su primer libro, 'Tierra de furtivos' (editorial Destino) , ambientado en su tierra natal e impregnado de sus experiencias. Formalmente se trata de una novela negra, con todos sus ingredientes de tensión, misterio, giros inesperados, héroes y canallas; pero más allá de eso, retrata una parte de la sociedad vasca actual, posterior al terrorismo pero aún muy influenciada por él, en la que aflora un tipo de criminalidad que antes estaba tapada por el tiro en la nuca, el coche bomba, la extorsión, la kale borroka...

«En la novela se habla del mundo criminal, en concreto de lo que se mueve alrededor de un tráfico de marihuana que es emergente y cada vez más peligroso» , explica el autor a ABC. Y con esa excusa dibuja cómo cada uno de los personajes «se enfrenta a la violencia y, sobre todo, al silencio ante la violencia, que nos pone a todos delante de un espejo que nos refleja y nos muestra cómo respondemos ante ella».

La reflexión de Beltrán de Otálora es válida para toda España, pero el hecho de ambientar la novela en Vitoria –también la propia historia de algún protagonista–, traslada a la memoria del lector los años del terrorismo etarra. «En esta tierra hay muchas cosas que superar ; hemos visto cómo ante la violencia unos lucharon contra ella, otros miraron hacia un lado y hubo quien colaboró con los que la provocaban... Ahora vivimos una huida del pasado, pero hay que cerrar las heridas de la mejor forma posible», explica, y pone de ejemplo el reciente homenaje que la asociación de ertzainas 'Mila Ezker' (Mil Gracias) ha ofrecido a su compañero Juan María Quintana, herido y aún con secuelas del atentado del 25 de junio de 1998 en el que murió el concejal del PP de Rentería, Manuel Zamarreño, al que daba escolta. Hace unos pocos años, algo así era impensable.

'Tierra de furtivos' es ficción, pero para construir la novela el autor se apoya «en la realidad que viví como periodista. Como le sucede al guarda forestal del libro, he visto señales de tráfico con el nombre de uno de estos profesionales pintado en medio de una diana, y gente que al verlo pronunciaba esa frase atroz de 'algo habrá hecho'» . El que este personaje de la novela sea además antiguo escolta no deja de ser un homenaje a ese colectivo «que durante años fue clave para al menos aparentar que aquí vivíamos en democracia; gracias a ellos se pudo mantener una apariencia de normalidad, y tras la derrota de ETA se les ha olvidado de forma injusta y no han tenido más remedio que reconvertirse como han podido».

La Ertzaintza, como no podía ser de otra manera al discurrir la acción en el País Vasco, ocupa también un papel central en el relato. A través de él se adivina cómo tuvo que cambiar su orientación por el terrorismo: «Nació con vocación de ser una policía de proximidad, al estilo de los 'bobbies' ingleses, sin darse cuenta que con el terrorismo en pleno auge eso era imposible», recuerda Beltrán de Otálora. «Al principio no disponía de coches blindados, ni de chalecos antibalas, pero ETA la puso en la diana y tuvo que adaptarse , lo que fue traumático para el Cuerpo... Pagó un precio de sangre altísimo; no quería parecerse ni a la Policía ni a la Guardia Civil, pero tuvo que hacer cosas parecidas».

Los ertzainzas de 'Tierra de furtivos' son como los de cualquier otra Policía: «Valientes buena parte, ambiciosos y medradores otros, descreídos varios, corruptos alguno... La lucha contra ETA marcó a muchos , como también a policías nacionales y guardias civiles. Su trabajo contra el terrorismo les creó una forma particular de ver la realidad, de trabajar, y tras el fin de la violencia les ha sido complicado adaptarse a otras formas de actuar».

La inmigración también está muy presente en la novela: «En el País Vasco, como en el resto de España, no hay racismo generalizado pero sí episodios y situaciones que demuestran que queda mucho por hacer hasta conseguir una integración real y efectiva de este colectivo. He querido dignificar la figura del inmigrante, de una inmigrante en este caso, y convertirla en héroe... La mayoría de ellos aman esta sociedad tanto como nosotros».

Tráfico de marihuana

Este universo de protagonistas se mueve, como se ha dicho, alrededor del tráfico de marihuana, una elección del autor muy meditada: «Me fijé en él porque es poco conocido, cada vez genera más violencia y además porque la sociedad no es mínimamente consciente del peligro que genera. No es una cosa de 'hippies' de los 60; cada vez es una actividad criminal más sofisticada, que genera mayores beneficios y España es uno de los principales productores de Europa . Las mafias alteran genéticamente las plantas, primero para tener más cosechas y por tanto producción, y segundo para que la droga sea más adictiva, aunque eso suponga mayor peligro de que el consumidor desarrolle patologías mentales», insiste Beltrán de Otálora.

Tras la lectura de las 414 páginas de 'Tierra de furtivos', al lector le invaden varios sentimientos, pero en especial la sensación de que la lucha en sí misma ya merece la pena , sea cual sea el resultado. Nada más se puede añadir sin incurrir en 'spoiler', imperdonable siempre, pero más aún si se hace con una novela vibrante como es 'Tierra de furtivos'.

'Tierra de furtivos'. Óscar Beltrán de Otálora. Editorial Destino. 414 páginas. 18,90 euros.  

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