Manuel Marín

Órdagos y dinero

Manuel Marín

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La legislatura acaba de comenzar y ya se encamina hacia un punto de no retorno. El presidente del Gobierno presentará su propuesta de Presupuestos Generales del Estado y el PSOE los rechazará de plano y sin miramientos, con una enmienda a la totalidad. Los deseos del PP de pactar las cuentas públicas con la gestora socialista, como ocurrió previamente con el techo de gasto, no son sino la expresión de un imposible. La metáfora de una ficción política.

En breve, el PSOE entrará en la fase decisiva de su refundación, y si en algo coincidirán todos los aspirantes sin excepción será en negar su respaldo presupuestario a Rajoy. Haber avalado su investidura fue suficiente escarnio en pro de la estabilidad institucional, pero ahora toca bajar la mirada hacia su propio ombligo. Resueltos los congresos del PP, Podemos y Ciudadanos, solo resta el PSOE por dirimir su futuro inmediato, y no es factible que emprenda su complejo proceso de regeneración ideológica, orgánica y de liderazgo concediendo bazas innecesarias al PP. El diagnóstico en el PSOE es común: estando en liza los escaños del PNV y el de Nueva Canarias, al PP le cuadraría la aprobación de los presupuestos sin necesidad del PSOE.

Con un análisis idéntico se maneja el PP. Considera un ejercicio de responsabilidad, una obligación democrática y un órdago táctico presentar un proyecto de cuentas públicas, aun en la conciencia de que sin negociar más apoyos que los de Ciudadanos, aún cabe la posibilidad jurídico-técnica de prorrogar los presupuestos de 2016 para negociar a largo plazo los del año siguiente.

Dejando al margen la irritación que pudiera generar en el propio Gobierno y en la Unión Europea, se trataría de un mal menor ya calculado como una solución alternativa que mantendrá la estabilidad sin necesidad de convocar elecciones generales. Cuestión distinta será si España se encuentra dentro de un año en las mismas circunstancias. La sombra de los comicios generales se agrandaría, dando la razón a quienes desde un primer momento observaron esta legislatura como fallida y no superior a dos años. Rajoy es plenamente consciente de que cualquier solución realista solo pasa por negociar con el PNV. El PSOE está a punto de entrar en un comprensible trance y no tiene la menor intención de resolverle la legislatura completa a Mariano Rajoy. Más aún ahora que Pablo Iglesias fulminará al errejonismo y dejará libre el espacio estratégico de la socialdemocracia clásica para que lo ocupe el PSOE en una regenerativa soledad.

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