Las nuevas marcas del independentismo catalán
Nuevos partidos se presentan como azote contra el «pactismo» de Junts, ERC y la CUP
Demòcrates de Catalunya
Partido nacido en 2015 de una escisión independentista de Unió Democràtica, el partido de Josep Antoni Duran i Lleida.
Cuentan con dos diputados en el Parlamento catalán dentro del grupo de ERC, discrepan con los de Junqueras por su «tibio» discurso independentista.
Tienen en sus filas a la expresidenta del Parlament Núria de Gispert, polémica por pedir a Inés Arrimadas que se fuera de Cataluña.
Forca Catalunya, de Santiago Espot
Este partido recientemente creado por el empresario y activista Santiago Espot busca hacerse un hueco criticando la «partitocracia» de Junts per Catalunya, ERC y la CUP.
Espot es famoso por impulsar las pitadas a Don Felipe en las finales de la Copa del Rey.
El año pasado Espot protagonizó un «escrache lingüístico» en un ambulatorio de Barcelona, donde acosó a un médico por no hablar catalán.
Primàries Catalunya, de Jordi Graupera
La ANC intentó comandar las últimas elecciones municipales propulsando este proyecto de primarias encabezado por el filósofo y tertuliano Jordi Graupera.
Graupera esperaba lograr la alcaldía de Barcelona, pero quedó fuera del pleno municipal.
El partido prepara una candidatura centrada en el «mandato del 1-O» impulsando unas primarias de inspiración americana.
Front Nacional de Catalunya
Este partido identitario nació en 2013 y en las últimas elecciones municipales logró un único regidor por Ripoll (Barcelona) pueblo en el que residían algunos de los terroristas del 17-A.
Ultranacionalistas y de discurso antiinmigración el partido se prepara para dar ahora el salto a la política catalana. Plataforma per Catalunya, otro partido similar, se quedó a las puertas de lograrlo en 2010.
La explosión de la antigua CDC
Otro espacio del que pueden acabar saliendo varias formaciones es el que antiguamente representó CiU.
Convergents, Units per Avançar, Lliures, PDECat y el «grupo Poblet» aspiran a recuperar el nacionalismo pujolista «tradicional».
Paralelamente, Puigdemont trata de copar el electorado «postconvergente» con marcas como Junts per Catalunya o «La Crida», el plan «B» del fugado.