Curri Valenzuela

Por qué no se marcha Rajoy

El presidente en funciones aún espera repetir, de rebote. Cree que a España le irá mejor con él y tiene un partido en el que nadie le rechista

Curri Valenzuela

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Mariano Rajoy aún piensa que le es posible revalidar como presidente del Gobierno. Confía en que Pedro Sánchez se estrelle en su intento de arrebatarle un puesto que considera suyo por criterios democráticos. Cree firmemente que a los españoles nos irá mucho mejor si él permanece otros cuatro años en La Moncloa. Y tiene un partido unido tras de sí, o al menos uno en el que nadie le rechista. Son cuatro razones de peso por las que no tiene la menor intención de tirar la toalla aunque se lo recomienden las encuestas, los poderes económicos o la tradición de otros países europeos en los que cualquiera en sus circunstancias se habría marchado tras negarse a aceptar el encargo del jefe del Estado de tratar de formar gobierno.

Ahora que tiene la agenda oficial bastante vacía, Rajoy dedica varias horas al día a escuchar opiniones de sus colaboradores, a los que antes despachaba con recados urgentes, o de personas de su confianza, no necesariamente políticos, que le hablan con franqueza, así que no es ajeno al sentir mayoritario, en su contra, de la gente. A todos ellos les explica su estrategia, que consiste en lo que mejor se le da en la vida: resistir.

El presidente en funciones aún espera en repetir, de rebote. No cree que Sánchez vaya a conseguir el apoyo simultáneo de Ciudadanos y Podemos y calcula que cuando el líder socialista fracase en su investidura sea su turno para presentarse ante las Cortes, en lo que también fracasará, lo que dará pie a la celebración de nuevas elecciones el próximo mes de junio. Un escenario del que ya habrá desaparecido, según estos cálculos, el actual líder socialista, por lo que será posible un Gobierno PP-PSOE-Ciudadanos con él de presidente allá por septiembre, como vaticinó el otro día Felipe González, otro patrocinador de la gran coalición a la que se apuntan prácticamente todos los líderes europeos.

«Esto va a acabar bien», dijo Rajoy a los miembros de su grupo parlamentario cuando los reunió hace unos días, una frase que a los diputados les sonó demasiado optimista y ajena a otros tropiezos que el Partido Popular puede encontrarse en su ruta de los próximos meses, mayormente el descubrimiento de nuevos casos de corrupción. Como es natural, todos callaron. Ni en las dos Juntas Directivas celebradas desde las elecciones generales del 20 de diciembre ni en las convocatorias de diputados y senadores ha sucedido que alguien pida la palabra antes o después de que les hable su líder.

En un partido donde todos sus cargos se eligen a dedo, es fácil interpretar el silencio como unanimidad. Pero Mariano Rajoy no está en este momento para florituras.

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