ENTREVISTA MELCHOR MIRALLES, COAUTOR DE «EL HOMBRE QUE NO FUI»
«No interesó resolver el crimen de los marqueses de Urquijo»
Publica junto a Javier Menéndez una novela de no ficción en la que denuncian la trama «económica, política y judicial» que tapó el doble asesinato
Pese a que han transcurrido casi 40 años de un crimen que está en la cúspide de la crónica negra de España, aún son muchas las incógnitas que rodean al asesinato de los marqueses de Urquijo . Los periodistas Melchor Miralles y Javier Menéndez arrojan luz en los pasajes más oscuros de este suceso, y lo hacen con una historia novelada en la que «todo lo que se cuenta sucedió».
¿Por qué ahora?
En su día me tocó cubrir el caso Urquijo, un asunto que todavía hoy es enormemente confuso. No hay un sumario con más irregularidades que este. Pensé que era el momento de hincar el diente a un caso de enorme gravedad desde un punto de vista social y político.
¿Qué pasajes del suceso esclarecéis?
Hemos tenido acceso a los dos sumarios del caso y hemos recabado testimonios que nos han permitido poner en orden las piezas del puzzle. Contamos con el testimonio de Javier Anastasio, el encubridor de Rafel Escobedo, que por primera vez se desnuda del todo.
Anastasio se fugó. ¿Dónde está?
Gracias a este libro la gente se va a enterar de que Anastasio vive en Madrid, con su mujer y sus hijos. Ha vuelto tras la prescripción de los delitos. Reconstruimos toda su historia, desde el día en el que decidió arrojar al pantano de San Juan la pistola que le dio su amigo Rafi y destruir su vida.
«Anastasio ha vuelto a Madrid tras la prescripción de los delitos»
¿Por qué no fue arrestado?
Al poder judicial y político nunca le interesó esclarecer el crimen. De hecho, Javier Anastasio fue invitado a fugarse. Tras la prisión preventiva le entregaron el pasaporte. Esperó un año a que saliera el juicio y decidió fugarse. Apenas dos años después se registró, con su nombre y apellidos, en el consulado español en Río de Janeiro (Brasil) y renovó su pasaporte español cuatro veces en consulados españoles. Un fugitivo reclamado por Interpol con código rojo, máxima importancia...
¿Quién no quería que se esclareciera el crimen? ¿Quién ganó con la muerte de los marqueses?
Las muertes beneficiaron a sus herederos, una fortuna importante, y a la fusión del Banco Urquijo y el Hispano, a la que se oponía el marqués, y que pocos meses después del asesinato se produjo. Es sentido común.
¿Defendéis la tesis de que Rafi no fue quien apretó el gatillo?
El libro no tiene una tesis en ese sentido, pero yo creo que Rafael Escobedo no fue quien disparó y que detrás había una trama económica.
La muerte del yerno de los marqueses, ahorcado en su celda, también fue misteriosa...
Hemos entrevistado al preso que encontró el cadáver de Rafael Escobedo y certifica que no se había ahorcado porque no tenía ni uno solo de los signos de un ahorcado. Todo lo que rodeó el crimen es irregular.
¿Algún ejemplo más?
El arma homicida, recuperada en el pantano, desapareció en los juzgados, como desaparecieron los 200 casquillos de bala que se encuentran en la finca de Escobedo y como desapareció la confesión manuscrita de Rafael Escobedo. La noche de autos los policías se fueron a buscar un cerrajero para abrir la caja fuerte, pese a que allí estaban el administrador de los Urquijo y su hijo, que conocían la clave. Entonces el administardor ordenó lavar los cadáveres con agua caliente...
¿Qué dice el inspector del caso sobre aquello de que Rafi mató sus suegros «solo o en compañía de otros»?
José Romero Tamaral se remite a los informes que puso por escrito, pero cuando le preguntamos si sabe quién mató a los marqueses de Urquijo su respuesta fue muy llamativa: «Por supuesto que lo sé».
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