Salvador Sostres

El nacionalismo es una melancolía

«Es difícil de comprender que un partido independentista apele a la obediencia, al rigor y a la seguridad jurídica»

SALVADOR SOSTRES

Quico Homs ha dicho que no comparte el ideario de desobediencia de la CUP, que hay que ser más rigurosos y que reivindica seguridad jurídica.

El movimiento de las olas es comprensible que cree una cierta estupefacción, como un avión cuando se eleva. Pero es difícil de comprender, sin recurrir al cinismo, que un partido independentista como al que Quico Homs pertenece, apele a la obediencia, al rigor y a la seguridad jurídica. El nacionalismo es una melancolía.

Convergència se debate entre el centro al que una vez representó y la locura antisistema en donde está de hecho instalada, pero en cuyo espejo se niega a sentirse reflejada. Hubo chicos de mi edad que con mucha menos dificultad salieron del armario. Y fueron felices al modo inmerecido de los dioses. ¡Qué extraña y breve fue la juventud!

En su locura insana, Quico reniega de la desobediencia de la CUP como si la independencia que él y Mas propagan no fuera un profundo acto de desobediencia, de falta de rigor, y de abandono de cualquier garantía; del mismo modo que los alegres muchachos de la CUP, en su indigencia intelectual de todos los tiempos, como si aún estuvieran en la hora del recreo y definitivamente gobernar no fuera con ellos, escriben en un tweet que la bandera francesa proyectada sobre la fachada del ayuntamiento de París no es solidaridad porque se trata de una enseña imperialista.

Por su parte, el conseller de Economía de la Generalitat, Andreu Mas-Colell , ha dicho que se acogerá al FLA pese al inicio de la separación de España que su partido ha votado. Tal como Quico, que es el ariete del sector independentista del Govern, y de Convergència, y quiere ser candidato al Congreso el próximo 20 de diciembre .

Hay en el soberanismo catalán una nostalgia infinita, de lunes de febrero en que un niño con ganglios ha tenido que quedarse en casa. El nacionalismo catalán es la más intensa forma de melancolía de Europa, y cuando en nombre del pasado apela al futuro, el pasado dramáticamente le engulle y el futuro se va con otra.

España no es perfecta, a veces madre y siempre madrastra, pero el precio de romper con ella no lo paga el sacrificio de nuestro profundo bienestar, aunque sea con Quico jugueteando con la obediencia como si fuera un globo de agua en el patio; con el conseller Mas Colell acogiéndose al FLA como el hijo a las croquetas después de haber amenazado con marcharse de casa; con la extrema izquierda de la CUP encaramándose en las encuestas ante una Convergència que ha renunciado a las categorías fuertes, a ser el partido de los dueños, y pierde una sábana en cada colada.

Debilitado, pisoteado y algo mareado, el orden permanece admirablemente heroico, mecido por Rajoy y su centro-derecha, mecido por el cielo gris y el vaho en los cristales que siempre es un Estado, por mucho deseo de fandango que tengan los del griterío histérico, que van de guardianes de la pureza de España y que no son más que recauchutadas versiones -¿nadie les dirá que son patéticos?- de las hermanas Catafalco.

Entre las histéricas que piden los tanques y Quico que quiere hacer la independencia sin desobedecer y negociando con el Estado, estamos los millones de catalanes y españoles que cada mañana nos levantamos con la página en blanco y dependemos de nuestro esfuerzo y de nuestro talento para continuar.

And here's to you, Mrs. Robinson. Jesus loves you more than you will know.

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