Mayte Alcaraz

Música californiana antes del mano a mano

Iglesias y Errejón, inconscientes de que pisaban una arena sagrada que besó Belmonte, hicieron una faena de aliño a la espera del descabello de hoy

Mayte Alcaraz

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«Que viene Pablo». Con retraso, pero llega a Vistalegre después de las once. Los que le aclaman tienen pinta y años de escuchar a Machín. Al de los angelitos negros. Paradojas de Podemos: su todavía líder viene oyendo en el coche que le acerca a Carabanchel a un grupo cuyo última parte del nombre suena parecido, pero nada que ver; Rage Against The Machine, la banda californiana que apoyó la campaña de los populistas en 2015. Baja del vehículo y todavía se escucha la música del grupo que un día quemó una bandera norteamericana. A la antigua plaza de toros llega Iglesias a quemar las últimas naves de un proyecto y una amistad.

En la pira hay ya, un mes después de desatarse las hostilidades, algo más que un barco. Hecha una brasa está aquella foto simbólica del primer Vistalegre, con Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa y Luis Alegre. De los cinco, solo quedan los dos primeros y ya se han devuelto el rosario de su madre. Cuenta Iglesias que la primera vez que vio a Errejón fue en la puerta de la cafetería de la Facultad y aparentaba seis años. «Tenía un trocito de pan al que echaba azúcar. Me dieron ganas de adoptarlo». Eso ocurrió hace catorce años en el campus de Somosaguas. Ayer, a seis kilómetros de esa Universidad, en el coso donde Bienvenida dijo adiós arropado por Curro Romero y Rafael de Paula, lo que pretende Iglesias ya no es adoptarlo, sino darlo en adopción al socialismo asilvestrado. Porque él quiere a Podemos en las barricadas. Por eso entra con el puño en alto mientras a Errejón le llega con la señal de la victoria, como si fuera el eterno alumno que echaba azúcar al pan.

A las puertas de la Asamblea, los simpatizantes abren el debate:

-Qué espectáculo que están dando…

-No diga eso, hombre. En el PP también ser apuñalan pero disimulan...

Abandono el ágora para seguir los pasos de Bescansa. Vestida de rojo y fucsia es recibida como a Isabel Pantoja sus fans. La tonadillera reaparecerá unas horas después tras dos años de cárcel y la cofundadora de Podemos lo hace tras dejar el escenario del crimen.

Para amenizar la tregua impostada mientras cuentan los votos, los «anticapis» Miguel Urban y Teresa Rodríguez levantan Vistalegre con su defensa de la unidad. Gritan tanto que casi no se oye el silencio con que hablan los dos Podemos.

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