Salvador Sostres
El mundo que quieren
Zapatero dirá que fue de mediador a ver a Maduro pero su herencia es su mejor y única explicación, y hemos necesitado cuatro años y mucho sacrificio para sobreponernos al daño que nos causó
Zapatero visitando a Maduro es el resumen de lo que le ha ocurrido a España: el desorden, la debilidad mental, el auge de la extrema izquierda, las categorías fuertes deshilachadas por el relativismo, el odio como dinámica social, y el envalentonamiento de formas de totalitarismo tales como el feminismo, el ecologismo, el igualitarismo atroz y el vegeterianismo.
Todo, todo viene de allí. Del derrumbe del comunismo con el Muro de Berlín, y de las perversas vías de supervivencia que esta ideología halló en los 90 para sobrevivir. Ideologías que tienen todas la apariencia del buenismo pero esconden en el fondo su inconfundible pulsión totalitaria.
El socialismo español se quedó sin ideas tras Felipe, Vera y Barrionuevo. Podrían haber reivindicado su magnífica obra de gobierno, pero se avergonzaron de ella, dejándose amedrentar por una mísera condena revanchista. Y desde entonces, nada.
O peor que nada, Zapatero. Zapatero con su agenda guerracivilista, con su totalitarismo de baja intensidad en el principio pero con el único y planificado objetivo de atacar nuestro modo de vida libre. Zapatero, Chavez, Maduro o Evo Morales son el gran sueño húmedo del castrismo que no quiso quedarse aislado en su miseria fracasada y planificó estas microimplosiones. No es casualidad, por mucho que disimulen. El saludo de Zapatero a Maduro es la superficie de algo largamente tejido por debajo; es el resumen de un mundo que por imposible que parezca, alguien nos intenta preparar.
Zapatero fue un ensayo encubierto -aunque no improvisado- de lo que será Podemos si alguna vez llega a gobernar. Zapatero fue la semilla intencionada del populismo en España, ese populismo de raíz castrista y que se ha ensayado en Venezuela, en Bolivia, y lamentablemente también en nuestro país, a través de este Partido Socialista solo y desahuciado, sin más ideas que la destrucción de todo lo que funciona para poder justificar su rabia contra la derecha. Felipe no fue así, y adquirió los aciertos de la oposición para convertirlos en suyos, y no cayó nunca en los odios del populismo sino que supo superarlos.
Zapatero dirá que fue de mediador a ver a Maduro pero su herencia es su mejor y única explicación, y hemos necesitado cuatro años y mucho sacrificio para sobreponernos al daño que nos causó. España puede elegir en junio qué país, qué libertad y qué economía quiere. Si la de La Civilización o la que muere asfixiada en el apretón de Maduro y Zapatero.