En la muerte de Enrique Múgica: un hombre clave en la dispersión de los presos de ETA

Su trayectoria política se explica con tres ideales: libertad, igualdad y patriotismo

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Múgica, en un homenaje a su hermano asesinado ABC

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Enrique Múgica Herzog (San Sebastián, 20 de febrero de 1932) falleció el Viernes Santo en Madrid víctima, como miles de compatriotas, del coronavirus . A este socialista de las primeras horas, que sufrió la cárcel por luchar contra el franquismo , le movía, ante todo, la lucha por la libertad. «La paz –reflexionaba en una entrevista con ABC en julio de 2005, con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero dando los primeros pasos en el diálogo con ETA – no es el valor fundamental, porque la paz tiene nombres distintos: está la paz de Múnich, que entregó Checoslovaquia al nazismo con todo lo que vino después; la paz impuesta por los vencedores; la que soportan los vencidos; la del muerto y los campos de exterminio, que sufrió mi familia... (...) La paz es un valor importante, pero no es el fundamental, que es la libertad».

El segundo ideal que explica su trayectoria fue el de la igualdad entre todos los españoles, que formulaba así en otra entrevista con ABC, en enero de 2004, como la anterior durante su etapa de Defensor del Pueblo , que había comenzado cuatro años antes: «Frente a los que dicen que la Constitución es un punto de partida, yo afirmo que es un punto de llegada. Quienes luchamos por las libertades y sufrimos las consecuencias de esa lucha creemos que los valores que defendíamos entonces y defendemos ahora son los que están expresados en nuestra Carta Magna, tanto en relación con las libertades fundamentales como con la estructura territorial de autogobierno de las nacionalidades y regiones que componen la nación».

Ese ideal inalterable lo llevó a chocar con una parte de su propio partido al presentar en 2006 un recurso de inconstitucionalidad contra la reforma del Estatuto de Cataluña auspiciada por el tripartito catalán que dirigió la Generalitat con el socialista Pascual Maragall como presidente. Aquella demostración de independencia, probablemente inaudita en los tiempos actuales, hizo que Izquierda Unida , apoyada por Convergència y Unió , Esquerra Republicana de Cataluña y el PNV , propusiera su destitución fulminante, que solo detuvo el acuerdo del PSOE y el PP .

El tercero de los ejes de su pensamiento fue, sin duda, el patriotismo, tal como lo formulaba Indalecio Prieto en Cuenca el 1 de mayo de 1936, con palabras que él hacía suyas: «A medida que la vida pasa por mí, yo, aunque internacionalista, me siento cada vez más profundamente español. Siento España dentro de mi corazón y la llevo hasta en el tuétano mismo de mis huesos. Todas mis luchas, todos mis entusiasmos, todas mis energías, derrochadas con prodigalidad que quebrantó mi salud, las he consagrado a España».

Enrique Múgica, por lo demás, tuvo un papel muy relevante en la modernización del PSOE a la que dio paso el congreso de Suresnes , donde fue capaz de tejer complicidades entre los distintos sectores. Sin embargo, sobre todo y ante todo hay que reconocerle por su etapa como ministro de Justicia (1988-1991», cuando impulsó de forma decisiva, junto con Antonio Asunción, director de Prisiones, la política de dispersión de presos etarras . Sabía cómo combatir a la banda porque la conocía como pocos, y estaba absolutamente convencido, como así fue, de que esa dispersión la debilitaría.

Desde entonces los terroristas le declararon como uno de sus enemigos principales y la venganza llegó años después, en 1996, cuando de la forma más vil y cobarde los pistoleros mataron a su hermano Fernando , abogado y dirigente del Partido Socialista de Euskadi, delante de su hijo José María. Tras el asesinato, en plena capilla ardiente, Enrique Múgica pronunció unas palabras que aún hoy se recuerdan: «Al contrario de frases convencionales, yo ni olvido ni perdono a los asesinos , a los que los han impulsado, a los que han levantado su mano, a los que defienden o exculpan a ETA y la violencia callejera».

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