Curri Valenzuela
Movimientos sísmicos en el PP
El suelo de Génova 13 ha comenzado a moverse a intervalos cada vez más frecuentes pero quienes ocupan la sede nacional del PP no saben aún si se trata de temblores de pequeña intensidad que no van a llegar a más o del aviso de un terremoto de gran magnitud que tarde o temprano se llevará a muchos de ellos por delante, algo cada vez más probable si continúan los enfrentamientos entre sus dirigentes jóvenes y veteranos y si Mariano Rajoy no frena en seco la batalla por su sucesión.
Hasta hace unos días solo un grupo de jóvenes sin cargos en el PP que se agrupan en el llamado Club Floridablanca habían cuestionado la autoridad de su presidente, en torno al cual han hecho piña todos sus colaboradores dentro y fuera del Gobierno, sin dudar -al menos en voz alta- de lo acertado de su decisión de rechazar el encargo del Rey de ser investido de nuevo y posteriormente resistir sin efectuar el menor movimiento a la espera de que Pedro Sánchez se estrelle en ese mismo empeño.
Esta semana, una serie de noticias sueltas en diversos medios de comunicación han encendido las luces rojas de Génova por dos motivos diversos que sin embargo se entremezclan: las divergencias entre jóvenes y veteranos a propósito del asunto de Rita Barberá y lo que parece ser una guerra por la posible sucesión de Rajoy entre los dos grupos que han coexistido en sordo enfrentamiento durante los últimos cuatro años.
Este es el asunto que más morbo crea en los mentideros madrileños donde no acaba un almuerzo de supuestos negocios sin especular sobre la marcha de Rajoy desde hace ya tres meses por mucho que la realidad y el declarado empeño por resistir del presidente en funciones tendría ya que haber acabado con esa película de política ficción. El último de sus capítulos se filtró hace unos días en un periódico digital que aseguraba que el ministro de Economía, Luis de Guindos, aspira a convertirse en el Monti español con ayuda de su gran amigo el titular de Industria, José Manuel Soria, destinado, según esos cálculos, a convertirse en presidente del PP.
Ni uno ni otro se han molestado ni en desmentir el bulo por no darle importancia y ahí habría muerto el rumor de no ser que horas mas tarde un diario madrileño se hacía eco de las críticas vertidas en Moncloa a los jóvenes vicesecretarios del PP partidarios de forzar la dimisión de Rita Barberá y actuar con mucha más mano dura de lo habitual en cualquier caso de corrupción que afecte a su partido.
Que tres de los vicesecretarios -Pablo Casado, Javier Maroto y Andrea Levy- se mueven en esa onda es un secreto a voces. El propio Casado ha dicho en público estar «hasta las narices» de tener que defender a los corruptos. Lo que ha hecho que en Génova se pongan a funcionar los sismógrafos es el hecho de que Moncloa les abra ese nuevo frente de guerra. Sobre todo si, como creen en el partido, los disparos proceden de la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, que, sospechan, está buscando su hueco por si su jefe decide en algún momento decir adiós.