Miquel Roca: «Es desde fuera de la Constitución desde donde se originan los problemas»
El ponente constitucionalista defiende la Carta Magna del 78 y distingue al fallecido Pérez-Llorca como «el gran intérprete» de la voluntad de consenso
Miquel Roca (Burdeos, Francia, 1940) encarna como pocos el nacionalismo otrora leal con el Estado y muchas veces clave para la gobernabilidad del país. Estos días habla con dolor de la pérdida de José Pedro Pérez-Llorca, pero su tristeza no empaña el respeto que siente por su trabajo juntos como parte de los siete «padres» de la Constitución, de los que hoy ya solo viven dos. «Era y lo vivo todavía como un gran amigo. Son cosas que duelen y que son difíciles de superar», admite al recordar al exministro gaditano, pero el orgullo por lo vivido supera al pesar.
¿Cuál diría usted que fue la principal contribución de Pérez-Llorca al texto constitucional?
Su contribución fundamental fue la serenidad , la capacidad de entender el papel que correspondía a los representantes de la UCD. Era una ponencia que se constituye contra las previsiones que inicialmente tenía preparadas la UCD, que pretendía elaborar un proyecto desde el Gobierno y trasladarlo al Congreso. Por el contrario, lo que se acuerda es constituir una ponencia constitucional que sea la voz del proyecto. Esto era un cambio importante y la digestión y la reconstrucción tuvo un artífice que fue José Pedro, que lideró en nombre de la UCD de manera muy eficaz todo el proceso constituyente.
¿Qué le debe España a su figura?
La Transición fue resultado de muchísimas aportaciones, muchísimas. Empezando por el conjunto de la ciudadanía, que vivió el proceso como un proyecto muy productivo. Pero esto necesitaba de liderazgos. José Pedro aporta a la Transición un liderazgo y un bagaje jurídico muy completo y aporta un estilo negociador, de compromiso, de pacto , de acuerdo, de buscar poner el acento en todo aquello que podía unirnos. Es un estilo que ha dominado durante toda su vida. Fue un habilísimo negociador, un hombre de mucho respeto a las ideas que no le eran propias y un gran activo para UCD y Adolfo Suárez.
Cuando hablamos de la Transición la primera palabra que se viene a la mente es la del consenso. ¿Cómo lograron entenderse personas de posiciones tan opuestas?
Porque no había más remedio. Es decir, democracia es pacto. Esto quizá me lo habrá oído porque yo insisto mucho: democracia es pacto . Nuestra sociedad es plural y si queremos organizarnos democráticamente para convivir, esa democracia y esa convivencia requieren pactar, acordar, consensuar. En momentos muy importantes de nuestras trayectorias históricas, esta capacidad de pacto requiere de un amplio consenso; no un acuerdo simplemente mayoritario, cualificado, sino de amplios consensos. En aquel momento, la sociedad nos reclamaba un amplio consenso. Teníamos que consensuar porque estábamos obligados a dar respuesta a esta preocupación. La gente quería que nos pusiésemos de acuerdo y José Pedro fue un gran intérprete de esta voluntad.
También hay consenso, escuchando hablar a quienes lo conocieron, sobre la elegancia de Pérez-Llorca y su buen sentido del humor. ¿Cómo era él en el trato cercano?
Fantástico. Un gaditano puro; en su esencia, en su naturalidad. Él sabía ser amable, irónico, si convenía mordaz, pero era un hombre que en la proximidad ganaba en cariño, ganaba en empatía. Él sabía estar muy cerca desde aquella apariencia de un señorío que marcaba una distancia. En cambio, estaba muy cerca, muy próximo. Yo siempre decía que en una sobremesa José Pedro era imbatible .
¿Diría que la Constitución es el mayor éxito de la democracia española?
Seguro. Seguro. Es el mayor éxito porque era la mayor obligación. Empezar una nueva etapa en nuestra historia y una etapa que quería construir nuestro Estado democrático y de Derecho requería como punto de partida la Constitución. Es el mayor fundamento, el mayor apoyo de la democracia recuperada que necesitaba España.
¿Cuál es bajo su punto de vista el punto fuerte de la Constitución?
Me gusta siempre decir que la Constitución es mucho más una música que una letra. Lo que puso de manifiesto fue la voluntad de convivir en paz y en libertad . El progreso y el bienestar descansan en la capacidad de generar previamente paz y libertad y esto era fundamental. Salíamos de una historia muy traumática, de una larga dictadura, salíamos de una guerra civil, salíamos de un siglo XIX convulso, pero muy convulso, de confrontación de ideas y de bandos, y necesitábamos generar una nueva oportunidad para España que marcase horizontes más lejanos y tranquilos.
Esto es lo que yo creo que caracteriza a la Constitución. Hay una obligación de construir la libertad desde el respeto a las ideas de los demás. Toleremos las diferencias, hagamos posible las diferencias, siempre y cuando esto sea a base de convivir y de construir un futuro en paz y en libertad.
Y la pregunta contraria, ¿cuál es quizá la pata débil de la Carta Magna?
Yo, cuarenta años después, tengo muy pocas ganas de señalar los posibles defectos. Por una razón: en todo caso, nada de lo que está ocurriendo en nuestra realidad presente tiene su origen o su causa en la Constitución. En todo caso, en cómo la hemos aplicado o en cómo la hemos desobedecido. Pero no en la propia Constitución. Señalando algún defecto, que los puede haber y los hay, estaríamos legitimando, para entendernos, que quizás alguno de los problemas actuales tienen su origen en la Constitución. No es verdad. La Constitución nos ampara a todos y en todo caso es desde fuera de la Constitución desde donde se originan los problemas.
El pasado mes de diciembre celebrábamos el cuarenta aniversario de la Constitución, es la más longeva de la historia de España, ¿cumplirá muchos años más?
No lo sé. Lo deseo. No lo sé, lo deseo. ¿Una reforma puntual que alguien quiera hacer por tal razón o por tal otra, y que tenga un general consenso detrás? Pues adelante. Pero en todo caso, lo que me interesa es que el espíritu de la Constitución, el sentido y los valores de la Constitución pervivan . Esto sería la mayor garantía para todas las generaciones de este país de que estos valores siguen vivos.