Las mentiras de «Juan el rejoneador»
Declarado culpable el almeriense que raptó y tiró a una balsa de riego a una cría de 16 meses
A Miriam Cuerda le iban a regalar un traje de bautizo confeccionado a medida. A su abuela Concha le hacía mucha ilusión la ceremonia entre tantos sinsabores que acarreaba. La niña tenía ya 16 meses. El último medio novio de su madre había convencido a las mujeres de la casa para que el bebé y la mamá viajaran desde Huelva a Almería donde la modista le tomaría las medidas. Luego los tres regresarían a La Palma del Condado y, como una gran familia, pasarían juntos la Navidad.
Pero Miriam no vivió para celebrar nada. El día 25 de diciembre de 2012 murió asesinada a golpes en un cortijo de la localidad almeriense de Fiñana a manos de ese desconocido medio novio de su madre, que había secuestrado a la criatura cinco días antes. Jonathan Moya González, «Juan el rejoneador» , había logrado colarse en sus vidas con una de las identidades inventadas que iba urdiendo a su paso para estafar a quien se le cruzara.
El 27 por la noche, tras una semana en la que la Guardia Civil removió Almería y las provincias limítrofes, los buzos hallaron el cuerpecito de la niña en el fondo de una balsa de riego, lastrado con piedras y hormigón, metido en la bolsa de viaje de su madre. El antiguo estafador confesó al ser detenido horas antes que la había arrojado allí, a medio kilómetro del cortijo familiar en el que se había escondido e implicó a su amigo Raúl R. F. Moya está en prisión desde entonces. El martes, un Jurado le consideró culpable del rapto y asesinato de la cría. Se enfrenta a una pena de entre 26 y 29 años. Contó que él y Raúl iban a vender a la niña por 50.000 euros; en otra declaración dijo que quería dar un «susto» a la madre. «Entabla una relación sentimental con la misma conforme a un plan preconcebido de rapto de su hija menor», dijeron los investigadores.
El Jurado ha considerado probado que Jonathan Moya, un expreso sin oficio ni beneficio, golpeó «con fuerza en reiteradas ocasiones con un objeto contundente y plano en la cabeza a la bebé» . La tuvo escondida cinco días, a base de leche y poco más. El relato de hechos es aterrador. «Estando todavía con vida la menor, el acusado, con intención de matarla, la envolvió en plástico transparente, tapándole los orificios respiratorios (boca y nariz), lo que provocó su muerte por asfixia». Moya mantuvo en el juicio que la criatura se le cayó de la mesa cuando le estaba cambiando los pañales y él se giró para coger unos leotardos. El fiscal demostró que volvía a mentir.
La vida de la pequeña Miriam empezó a peligrar tres meses antes, pero nadie podía imaginarlo. Su madre Gema Cuerda, que tenía otros tres hijos de 12, 11 y 8 años, arrastraba un desalentador historial de fracasos sentimentales y vitales. Vivía con su madre, su tío, la bebé y su hijo mayor en La Palma del Condado; había trabajado de camarera y en un club y ese octubre insertó un anuncio en «milanuncios.com» buscando pareja después de su última mala experiencia amorosa. A su llamada respondió Jonathan, almeriense de 25 años, que se presentó como «Juan el rejoneador», un filántropo que organizaba festivales benéficos, tenía ganadería e incluso chófer (un imán marroquí que le llevó hasta allí y al que también engañó con una falsa promesa de trabajo).
Hasta el tabaco
Tras unos días de intercambio de mensajes y llamadas se plantó en casa de Gema donde se quedó casi un mes, ganándose a la abuela de la criatura, que le pagaba hasta el tabaco, y al tío con el que consumía heroína a escondidas. No hubo idilio y sí una sarta de embustes. El 12 de diciembre Moya regresó a Almería donde a regañadientes lo acogió unos días su padre en el cortijo. Se refería a él como «ese desgraciado que no ha hecho más que meter en líos a la familia». Luego lo acogió su exmujer con la que tiene un hijo.
Esa semana prenavideña, el tipo que había salido de la cárcel de El Acebuche en julio por estafas se dedicó a convencer a Gema, pero sobre todo a Concha, su madre, para que la mujer viajara con el bebé a Almería. Moya las recogió en la estación de tren de Guadix (Granada) el 19 de diciembre. Era una noche helada en la que las tuvo dando vueltas por caminos rurales, desorientada la mujer y muerta de miedo, con su bebé pegado al pecho. A la mañana siguiente la ató y la violó antes de abandonarla en un camino perdido y huir con la criatura en su coche. En esos días habló con su ex, con los hermanos de Gema e incluso con la Guardia Civil, pero no entregó a la niña como prometió; hasta que lo acorralaron.