Salvador Sostres

La mentira

«En este mundo sin intimidad, hacer el fantasma es hacer el ridículo, y un hombre que, como Puigdemont, aspira nada menos que a romper un Estado como España, tendría que saberlo»

SALVADOR SOSTRES

Puigdemont es una simpática «tieta« de Gerona que trae lionesas de crema -y esta vez no es una metáfora- cuando viene de visita. La mayor preocupación que tenían las «tietes» del pueblo de mi padre es que si estábamos enfermos no lo dijéramos. La enfermedad era una debilidad en un mundo en el que -afortunadamente- no había derechos.

El presidente de la Generalitat ha dicho que en Europa nadie le ha recibido porque ninguna audiencia ha pedido, cuando la verdad resulta ser que pidió una entrevista con Juncker. En este mundo sin intimidad, hacer el fantasma es hacer el ridículo, y un hombre que, como Puigdemont, aspira nada menos que a romper un Estado como España, tendría que saberlo. No le reprocho que quiera engañarnos; le critico que creyera que podría hacerlo con tan débiles añagazas. El problema de Puigdemont no es que sea un mentiroso, sino que no comprende el mundo en el que vivimos.

La mentira ha sido la esencia del llamado proceso independentista. Una mentira que empezó con la idea de que el independentismo es mayoritario en Cataluña cuando nunca ha ganado unas elecciones; la mentira de que los comicios del 27 de septiembre del año pasado significaron una victoria cuando fueron un estrepitoso fracaso; la mentira de que Mas era un líder con credibilidad internacional; y la mentira de que existe una mayoría absoluta soberanista y articulada en el parlamento de Cataluña, cuando lo que hay son disputas fratricidas entre Esquerra y Convergència, y una CUP que sólo busca dinamitar cualquier esperanza de continuidad del actual Govern.

Que hoy mismo -lunes- el propio Mas haya salido a explicar que Juncker no recibió a Puigdemont por culpa de presiones «de mala manera» del Gobierno, deja claro no sólo que Puigdemont mintió sino el profundo infantilismo de un movimiento que quiere cambiar el mundo y no es ni capaz de cambiarle los pañales a su hija.

En un país normal, y con verdaderas ganas de imponerse, los primeros ofendidos tendrían que ser los independentistas.

Salvador Sostres Todos los artículos de Salvador Sostres

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación