Salvador Sostres
De los mejores a los menos preparados
Baiget y Ciurana -como Boi Ruiz- son exponentes caídos de ese «gobierno de los mejores» que ha ido siendo paulatinamente sustituido por el atropello de los más brutos
La gran paradoja interna del proceso independentista en Cataluña es que Convergència o lo que queda de ella le exige al Gobierno que escuche a los catalanes cuando el partido de Mas y de Puigdemont lleva dos años y medio desangrándose porque clamorosamente ha dejado de hacerlo. Del moderado «gobierno de los mejores» con que Mas logró la presidencia de la Generalitat sólo queda una banda de fanáticos de escasa cultura general y de ninguna capacidad probada más allá del folclore patriótico.
La primera fuga de Mas fue romper con la Unió de Duran i Lleida para congraciarse con Junqueras. A Duran le acusaban los independentistas de traidor y de vendido. Y aunque demasiadas veces le movió más el cinismo que la vocación de servicio, sabía qué era un Estado, el modo de relacionarse con él y los peligros de desafiarlo. Su agenda internacional no era independentista pero sí más seria y útil que el apoyo de los «países bolivarianos» que la CUP dice haber conseguido para una eventual declaración unilateral de independencia. Es verdad que Duran nunca fue un gran candidato y sus resultados electorales fueron siempre discretos, pero al cambiar a Unió por Esquerra, Convergència se alejó de la centralidad y ERC superó a Convergència en el ciclo electoral completo, salvo en las elecciones autonómicas en las que Mas forzó la candidatura unitaria de Junts pel Sí precisamente para evitar la derrota.
Casi al mismo tiempo, y también para contentar a Esquerra, Mas renunció a quien fuera consejero de Salud, Boi Ruiz, un doctor en Medicina y Cirugía independiente -que no independentista- con la valentía intelectual y política de defender el mutualismo para hacer viable la sanidad pública. En este mismo camino se quedó Antoni Fernández Teixidó, el último convergente capaz de ser consejero de Economía. Como en el caso de Duran, acusar a Ruiz y a Teixidó de traidores no es igual de torpe que haber renunciado a su conocimiento, que es lo que les hace moderados y no su falta de patriotismo.
El consejero de Empresa, Jordi Baiget, hombre de la máxima confianza de Artur Mas, como quien fuera su jefe de gabinete, Joan Vidal de Ciurana, han dejado sus cargos por el mismo principio de realidad que el independentismo se empecina en ignorar, como si creyera que negándose a atenderlo pudiera conseguir que no existiera. Muchos catalanes, cegados por sus sentimientos y por la propaganda, todavía no han entendido que una intentona como la que Puigdemont lidera no sólo pone en riesgo el patrimonio personal de sus consejeros sino el patrimonio político, económico y social del conjunto de Cataluña. El mecanismo de considerar «dudosos» a los consejeros que advierten de las dudas que plantea este desafío en lugar de asumir que efectivamente tales dudas existen, recuerda a los procesos -y a los delirios- que se plantean mucho más desde la desesperación que desde el realismo.
Baiget y Ciurana -como Boi Ruiz- son exponentes caídos de ese «gobierno de los mejores» que ha ido siendo paulatinamente sustituido por el atropello de los más brutos, los más obcecados y los menos preparados. En este sentido, Jordi Jané, exconsejero de Interior, no es que sea la primera inteligencia de Cataluña pero desde luego tiene un sentido de la prudencia y un conocimiento de cómo funciona una policía que le hacían claramente incompatible con los que creen que podrán usar a los Mossos como si fueran títeres de sus caprichos, naturalmente al margen de la Ley.
Pero quien mejor ejemplifica el proceso de deserción política que está sufriendo Cataluña es Albert Batlle, de brillantísima trayectoria técnica en todos los cargos que ha ostentado y que ha sido sustituido como director de los Mossos por un hiperventilado de entresuelo que se proclama independentista y dice que los españoles le dan pena cuando no es capaz de escribir dos palabras seguidas en catalán sin faltas de ortografía.
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