Marlaska dice que no conocía las sospechas de que la agresión era falsa, pero ve «grave» que se «banalice»
La cadena de mando policial le informó de las dudas desde el primer momento; el se justifica en el aumento de los delitos de odio
«Me enteré ayer a la tarde cuando declara el denunciante sobre los hechos y modifica su declaración. Buena prueba de ello es que el propio ministro del Interior, conocedor de lo que este asunto había traído a la opinión pública, dio la noticia y expuso lo que había acontecido en el transcurso de la investigación». Son las palabras del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, sobre la falsa denuncia homófoba acerca de la que le han preguntado durante la inauguración del cuartel de Villalbilla (Madrid).
«La Policía no había dado sospechas, estas investigaciones son complejas, hay muchas hipótesis de trabajo hasta que al final se desarrolla y concluye su investigación«, ha insistido el ministro a la pregunta de si se precipitó en sus declaraciones. «Me preocupa mucho que ante un acontecimiento como este todo el mundo olvida que se han incrementado los delitos de odio en un diez por ciento«.
La cadena de mando policial funcionó a la perfección, según las fuentes consultadas por ABC, y al ministro se le trasladaron las dudas que existían desde el principio por los cauces habituales. No creyeron que hubiera ocho encapuchados ni que la agresión se hubiera producido en un portal de Malasaña en plena tarde. Se barajó y así le llegó a Marlaska que se hubiera producido en un encuentro entre homosexuales en uno de los lugares clásicos utilizados con ese fin. Y se siguió investigando, desmontando una a una las afirmaciones del denunciante hasta que acabó confesando la verdad.
Las fuentes consultadas especifican que hasta que el joven de 20 años no firmó esa declaración -en la que a dmitió que fue un encuentro consentido de carácter sexual con dos personas en una vivienda (aunque no estaba previsto que le grabaran con un objeto afilado en el glúteo como hicieron)- no se informó de ese extremo a Marlaska. Pero en cuanto ratificó la confesión se comunicaron los detalles.
En ese momento, tras informar a Moncloa, Interior envió una nota en la que confirmaba que el denunciante había rectificado su declaración y admitido que «las lesiones fueron consentidas». Pero en las horas previas, insisten fuentes policiales, se trasladó el avance de la investigación y las sospechas sobre la versión del joven.
«Me parece grave -ha insistido Marlaska- que banalicemos algo tan importante como estos hechos que nos deberían preocupar a todos, que atacan las bases de una democracia».
Él no se precipitó -asegura- ni señaló «a ningún partido», sino «determinadas declaraciones políticas, públicas y en redes sociales», dice, pero lo cierto es que en unas declaraciones a Canal 24H de RTVE ayer afirmó que «hay discursos que están en el límite de lo que es procedente y oportuno» y explicó que Vox «juega en ese límite».
«Si tengo que dimitir...»
Marlaska se ha enrocado en que sus palabras « han sido consecuencia de la preocupación no de este hecho, sino del conjunto que estamos verificando, el aumento de los delitos de odio« . «No individualicemos algo como los discursos de odio. Sería una gran imprudencia si lo circunscribiéramos a un hecho», ha insistido.
«Si tengo que dimitir por dirigir un discurso contra los delitos de odio, sería la única circunstancia. Me preocupa que la oposición no esté hablando de esa realidad, que se relativice. Hay que trabajar para que se investiguen todas las denuncias«, ha reiterado obviando el caldo político que se ha creado desde el Gobierno a un hecho que ha resultado ser falso. Los tiempos son los tiempos, y el ministro del Interior sabe que los tiempos policiales y judiciales son unos y los políticos otros.
«El problema es que estos días hemos escuchado al político y no al ministro del Interior», reprochan fuentes policiales. Desde el Gobierno se defienden: «Si el ministro no habla, como en el caso de Samuel, se le echan encima y si lo hace, también. Es un discurso diabólico. Él no se puede poner de perfil en un tema como los delitos de odio».
Pero Marlaska no se da por aludido ante las palabras de la oposición: «Tenemos un problema de discursos públicos y políticos», señalando a otros. Lo que sí admite es que la falsa agresión «ha dañado» al colectivo LGTBI. «Por eso pido que no frivolicemos».
La polémica homófoba se suma a las que arrastra Marlaska durante el verano, con la crisis de la devolución de los menores de Ceuta aún escociendo, y el varapalo judicial resultante que ha paralizado esos traslados. Los apoyos desde sus propias filas menudean.
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