Mariano Rajoy: la piel de elefante tenía un punto débil

Presidente del Gobierno entre 2011 y 2018

Rajoy, con su esposa Elvira Fernández, ras ganar las elecciones de 2011 Ignacio Gil

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Angela Merkel, una de las aliadas más sólidas y fiables de Mariano Rajoy en la Unión Europea, hizo una de las definiciones más atinadas de su socio y amigo en noviembre de 2016, a los pocos días de que formara Gobierno tras un largo periodo de bloqueo político: «Mariano, en Alemania diríamos que tienes la piel de elefante» . Rajoy, que llegó al poder tras ganar las elecciones de noviembre de 2011 con una abultada mayoría absoluta, sobrevivió a todo: a la herencia de Zapatero , a la peor crisis económica de España en décadas, a la impulsión de los populismos y sus algaradas callejeras, a la irrupción de un partido en el centro derecha que pretendía literalmente tragarse al PP.

Mariano Rajoy logró el 20 de noviembre de 2011 la segunda mayoría absoluta más alta de toda la democracia, con 186 diputados, solo superada por la del PSOE en 1982. Fue investido un mes después.

Rajoy vivió la disolución de la banda terrorista ETA, desactivó el intento de golpe de Estado en Cataluña y aplicó por primera vez en la historia el artículo 155 en esa Comunidad, y, sobre todo, en los últimos años de su mandato, llegó a tiempo de ver cómo España se situaba a la cabeza de Europa en creación de empleo y crecimiento económico , tras haber sido un lastre para la UE y poner al borde del precipicio a todo el proyecto europeo. Pero la «piel de elefante» de Rajoy, capaz de resistirlo todo y salir adelante sin demasiados rasguños, tenía un punto débil, que sus adversarios conocían y trabajaron sin descanso.

Esa piel reventó con la «bomba G» . El caso Gürtel, como icono de todos los casos de corrupción que han afectado al PP, acabó con la presidencia de Rajoy el 1 de junio de 2018, cuando la oposición aprovechó la sentencia para unirse y derribar al Gobierno popular en la moción de censura defendida por Pedro Sánchez. Desde que llegó a La Moncloa, a finales de 2011, Rajoy tuvo una prioridad absoluta, en la que involucró a todo su Gobierno: evitar la quiebra y el rescate. Tras dos años angustiosos, las reformas y ajustes empezaron a dar frutos en 2014, pero no salió gratis. El PP empezó a pagar en las encuestas el coste de los sacrificios exigidos. La economía fue la obsesión de Rajoy y todo lo demás pasó a un segundo plano, hasta que los independentistas catalanes quisieron aprovechar la debilidad de España para traicionar al Estado e intentar la ruptura total. Les plantó cara con la ley y ya a partir de 2016 admitió que era el reto más grave que tenía la nación. Mientras se afanaba en hacer frente a esos asuntos de Estado, los casos de corrupción avanzaban en los tribunales y rozaban, sin llegar a alcanzarlo, al líder del PP, que consiguió sortear cada uno de los ataques pero no calibró la potencia total de la primera sentencia de Gürtel.

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