Marcos Vega, del calor del mundo árabe al frío nórdico

Antes de ser destituido como embajador en Finlandia, fue jefe de Misión en Irak y en Yemen

EFE

LUIS AYLLÓN

Hasta que en octubre de 2011, el canciller de la Embajada de España en Helsinki, Ismael Medina, presentó una denuncia contra él, Marcos Vega había desarrollado una carrera diplomática que le había llevado a ocupar puestos de bastante interés, algunos de ellos en zonas conflictivas, como Irak o Yemen.

Nacido en Mieres en 1961, Marcos Vega Gómez es un extrovertido asturiano que se licenció en Filosofía Germánica en la Universidad de Salamanca, antes de desplazarse a Madrid para preparar las oposiciones a diplomático. Su sueño se vio cumplido en 1989 y poco después le llegó su primer destino en el exterior: Irak, en vísperas de que estallara la primera guerra del Golfo. Tras una experiencia como observador de la Unión Europea en Zagreb, en la Guerra de los Balcanes, fue nombrado cónsul adjunto en Jerusalén, donde pudo tener frecuentes contactos con los palestinos.

En 1994 continuó su relación con los asuntos del mundo árabe como secretario en la Embajada de España en Marruecos . Fue allí donde conoció a la que sería su esposa, Malika-Arza Lahediri, una activa marroquí que ha estado siempre a su lado en los puestos que le ha tocado desempeñar.

En 1996, Marcos Vega pasó a formar parte, como asesor diplomático, del equipo de Jaime Mayor Oreja en el Ministerio del Interior , en el primer Gobierno de José María Aznar. Tres años después, se trasladó a Moscú como consejero cultural de la Embajada española en Rusia, donde una de sus principales tareas fue la apertura del centro del Instituto Cervantes en la capital rusa.

En 2002 volvió al mundo árabe, como número dos en la Embajada en Libia, donde vivió la visita de Aznar a Muammar el Gadafi en septiembre de 2003. Eso fue un par de meses antes de volver a Irak, en esta ocasión como Encargado de Negocios y principal responsable de la Misión -ya que España había retirado su embajador en 1991- en un momento en que el país, que trataba de organizarse después de la caída de Sadam Hussein, sufría numerosos actos de terrorismo. De hecho, en septiembre del 2004, la residencia de Marcos Vega en Bagdad sufrió importantes daños materiales por la onda expansiva de la explosión causada por un coche bomba dirigido contra un convoy estadounidense en el barrio de Mansur.

Con Zapatero, al Yemen

El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero le encargó en 2006 la apertura de la Embajada española en Yemen. Hasta poder contar con una residencia adecuada, Vega tuvo que instalarse en un hotel, en el que recibió la visita del ministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos, y en el que se realizó la inauguración oficial de la Embajada en una surrealista interpretación de himnos e izado de banderas.

En diciembre de 2010 regresó al Ministerio de Asuntos Exteriores y cuatro meses más tarde fue nombrado embajador en Finlandia, un puesto en el que un año después, se produjo la sorpresa de su destitución, después de que, atendiendo a una denuncia de irregularidades en la contratación de personal doméstico en la Embajada, el Ministerio de Asuntos Exteriores enviara una inspección a Helsinki. Desde entonces, Marcos Vega ha permanecido formalmente adscrito al Gabinete Técnico de la Subsecretaría de Exteriores y en la práctica en los “pasillos”, en el argot de los funcionarios del Ministerio, sin un cometido concreto, a la espera del juicio en la Audiencia Nacional.

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