El centro deja de ser útil

A Arrimadas le quedan pocas alternativas tácticas que no se orienten hacia la coexistencia con el PP

La nueva presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas EP
Manuel Marín

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Ciudadanos ha salvado su primer «match ball» en este progresivo proceso de desguace interno tras la marcha de Albert Rivera . El partido pudo haberse ahorrado las primarias para designar sucesor porque Francisco Igea carecía de opciones realistas para asumir el liderazgo frente a Inés Arrimadas . Al menos en ese caso de virtual aclamación a la búlgara de Arrimadas, Ciudadanos habría ofrecido una imagen de digna unanimidad sobre las cenizas del partido en lugar de avivar más aún su descomposición orgánica en busca del «centro» perdido.

Arrimadas e Igea representan dos conceptos antagónicos de la centralidad política , del pragmatismo electoral y de la concepción del poder. Son, respectivamente, el centro-derecha y el centro-izquierda, lo que viene a ser tanto como la derecha y la izquierda: Igea, para diseñar un falso partido bisagra que solo pudiese pactar con el PSOE en el futuro y llegar a asumir el guión que ahora representa Pablo Iglesias; y Arrimadas, para sentar las bases de un proyecto «España Suma» complementario con el Partido Popular. Por eso eran incompatibles, y por eso Arrimadas se ha impuesto a Igea, reducido ya a la caricatura de ese molesto pepito grillo eternamente insatisfecho que cultivan todos los partidos, y que carecía de apoyos suficientes como para reflotar un proyecto que le venía grande.

Ciudadanos se encamina a una inevitable confluencia con el Partido Popular . Basta un somero análisis sociológico de las bases que nutrieron a Ciudadanos, hasta lograr más de cuatro millones de votos el pasado abril, para confirmar que su inmensa mayoría eran huidos del PP. Y basta un básico análisis político basado en la radicalización progresiva del votante español para concluir que hoy el «centro» es solo un recurso estético de la corrección política, y no una solución efectiva y regeneradora de nada. El centro ha dejado de ser útil tal y como lo concibió Albert Rivera con sus perejiles de liberalismo, con sus ramalazos de limpieza étnica de la política tradicional, y con su lejía de pureza salvífica hacia la moderación frente al bipartidismo.

Es prematuro hablar de Ciudadanos como otra UPyD en fase de disolución. Y es prematuro intuir su absorción definitiva por el PP. Pero en Ciudadanos no ha habido debate programático de fondo; solo espíritu de vendetta e instinto de supervivencia por más que se disfrace ahora de integración del vencido. Y si esos son los pilares para sustentar una resurrección, a Arrimadas le quedan pocas alternativas tácticas que no se orienten hacia la coexistencia pacífica con el PP en España Suma.

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