Málaga, bastión del PP en el sur
Francisco de la Torre, con 76 años y tras 20 como alcalde, intentará conservar el Ayuntamiento con el apoyo de Cs
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Hace cuatro años, la eclosión del populismo en los principales ayuntamientos de España terminó desplazando al sur la principal plaza que el PP logró mantener bajo su poder. Concretamente a Málaga, la sexta ciudad del país por población (571.000 habitantes). En menos de dos semanas, los populares volverán a jugarse su principal bastión en unas elecciones que se prevén más reñidas que nunca a tenor de la debacle sufrida por este partido en las últimas citas con las urnas.
En 2015, un pacto de investidura con Ciudadanos dio la suma que permitió seguir gobernando a su alcalde, Francisco de la Torre. Eso a pesar de perder aquella inquietante noche de mayo la mayoría absoluta (está en 16 ediles) que su formación obtenía de forma inapelable desde 1999. El PP, que partía de un colchón cómodo de 19 concejales, se quedó en 13, frente a los nueve del PSOE, cuatro de Málaga Ahora, tres de Cs y dos de Izquierda Unida.
Por eso se mira ahora con enorme recelo hacia la posible merma de apoyo popular que pueda sufrir el PP. En las dos últimas convocatorias electorales, andaluzas y generales, el PSOE ha vuelto a ganar después de décadas en la capital. Pero es que además Ciudadanos ha desplazado a la tercera plaza al PP. El regidor, siempre que es preguntado, manifiesta el error que sería extrapolar esos resultados a lo que pueda pasar tras las urnas el próximo domingo 26. Y seguramente tenga razón, pero los nervios están a flor de piel. De un lado, intentando traducir al peso a cuánto ascenderá el nuevo bajonazo; de otro, ante la incógnita de si Vox logrará entrar en el Pleno y, sobre todo, hacia qué lado de la balanza se decantará la formación naranja cuando tenga que decidir si, como todo apunta, vuelve a convertirse en llave necesaria para la gobernabilidad malacitana.
La incógnita de la suma
Porque perder Málaga, para el PP, no sería solo un varapalo territorial más a sumar a los que puedan darse el próximo 26. Equivaldría a renunciar a una de las ciudades que mayor desarrollo y transformación urbana han vivido en los últimos tiempos de la mano de una política moderada y centrada en la gestión realizada desde estas siglas. En efecto, el cambio observado en la capital de la Costa del Sol durante la última década es admirado por propios y extraños. Y se ha personalizado de manera inequívoca en De la Torre, el alcalde al que la propia Manuela Carmena aseguró recientemente que votaría si pudiera.
Por eso, para estas elecciones, visto el maltrecho estado de la marca global, el PP lo fía todo al plus personal que pueda aportar el veterano regidor, que se presenta a la reelección con nada menos que 76 años. Después de haber sorteado los envites que desde su propio partido le han tendido para su retirada... y que al final le hayan tenido que pedir que concurra otra vez como lenitivo contra la sangría.
¿Cuánto puede sumar Francisco de la Torre frente al decaimiento general de su partido? Es una incógnita. En su último examen de hace cuatro años se dejó seis concejales en la gatera. Pero no es menos cierto que, en general, los malagueños le siguen reconociendo una distancia sideral frente a cualquier otro candidato. Primero, por haber sido capaz de generar las dinámicas basadas en los ejes cultural y turístico, además del tecnológico, que han permitido esa gran evolución a Málaga. En su afán por convertir a la ciudad en la capital de los museos, se trajo a Andalucía el primer centro que el prestigioso Pompidou abría fuera de Francia y también una sucursal del Museo Ruso de San Petersburgo. Dos razones de peso por las que ha sido condecorado con la Legión de Honor francesa y la medalla Pushkin que le impuso el mismo Vladimir Putin el año pasado.
Fruto del impulso desde el equipo de gobierno de De la Torre, Málaga, que hasta hace no tanto sólo contaba con un gran hotel (todo estaba en la costa), ahora lidera las estadísticas de crecimiento en cuanto al turismo urbano. Y su centro histórico, antaño oscuro y lleno de peligros, refulge rehabilitado y peatonal, pleno de actividad en cualquier época del año.
Al alcalde también se le admira por su inagotable capacidad para el trabajo, la imagen de honradez que proyecta y, especialmente, porque su gestión ha estado en general alejada de cualquier tipo de partidismo, priorizando siempre el interés ciudadano incluso cuando ello le ha llevado a polemizar con otros miembros de su propia formación.
El invierno se acerca
En contra, pesa el lógico desgaste de tantos años al frente. La suya es la segunda vara de mando más duradera de toda España. En 2000 accedió al cargo relevando a Celia Villalobos (nombrada entonces ministra de Sanidad), y sólo le supera el regidor pontevedrés, del BNG, alcalde desde 1999. Además, frente a la brillantez de los mandatos anteriores, el actual ha sido más plano, sin las noticias epatantes o fulgurantes cambios urbanos que se alumbraron hace unos años.
Enfrente, De la Torre tendrá a candidatos en general poco conocidos pero que están deseando que no le salgan las cuentas para propiciar un cambio histórico. La principal incógnita será lo que pueda hacer Ciudadanos, de los que se espera que doblen su representación. Hace pocos meses rompieron con el PP porque la Justicia comenzó a investigar a dos concejales populares por supuestas injerencias en el área de Urbanismo, en un caso que se ha ido desinflando, pero sigue vivo. Ambos volverán a ser ediles, lo que puede comprometer el apoyo naranja.
Tampoco se sabe si podrá ayudar una hipotética entrada de Vox en el salón de plenos. El invierno, para un PP que hasta hace no mucho controlaba buena parte del sur peninsular, puede estar cerca.