Madrid va a solicitar la declaración de zona catastrófica

Frío que no ayuda a salir del caos: la nieve y el hielo se acumulan y se resisten a marcharse. Otro día más, hay que sacar las palas, mazos o lo que sea para ir ganando terreno. Bastantes árboles siguen caídos, y muchos coches todavía están pegados al asfalto. Salir a la calle, depende de en qué zona, se convierte en una actividad de riesgo: no solo por los resbalones, también por los tejados y las cornisas donde aún quedan restos de Filomena. No todas las carreteras están despejadas, porque ni los camiones de recogida son capaces de pasar y la basura se amontona un día más. Los vecinos se organizan para despejar accesos al portal o a los colegios, ya que los centros educativos siguen cerrados y, ante la infinidad de problemas de movilidad y las aglomeraciones en el metro, teletrabajar, para quienes puedan, se convierte en una salvación.