La madre del niño Gabriel, ante la inminente puesta en libertad de su acosador: «Debe salir controlado»

Patricia Ramírez reclama al juez de Vigilancia Penitenciaria que se imponga a D. M. F. A. una pulsera de alejamiento durante el permiso de tres días que comienza mañana a las 12 horas

«Desconozco si puede estar enfadado conmigo u obsesionado con verme, no sé nada», asegura

VÍDEO: Patricia Ramírez, madre del niño Gabriel: «Entiendo que no debe estar en la cárcel porque es un enfermo» ABC

Patricia Ramírez , la madre del niño Gabriel, ha revelado este lunes que tiene «miedo» ante la puesta en libertad del hombre encarcelado por acosarla , que saldrá en libertad durante tres días sin ningún sistema de control de movimientos, a pesar de que según asegura ella la pulsera que se le impuso antes de entrar en prisión «aún está vigente».

En un comunicado al que ha tenido acceso ABC, Ramírez informa de que se enteró del permiso «hace aproximadamente tres días», motivo por el que está tratando de protegerse «para sentirme algo más segura». « Creo que hay que proteger a las víctimas y en este caso no se está haciendo lo suficiente », asegura.

Ramírez afirma que nadie le ha informado del estado en el que se encuentra D. M. F. A. y asegura que «desde lo más profundo de mi corazón» desea que «esté en tratamiento y haciendo terapia en la cárcel y que su evolución sea positiva en su conducta obsesiva hacia mí». «Pero no sé si es así -añade-, no hay informe forense que se haya practicado recientemente que así lo determine, ni se me ha informado de nada». «Si tengo que guiarme por las actuaciones anteriores de este señor, durante meses su acoso fue muy intenso, llegando a dormir en las inmediaciones de casa », apunta.

Además, la madre de Gabriel explica que la pulsera de alejamiento «está caducada por un problema de comunicación entre el juzgado y prisiones» y asegura que en la cárcel «no ha tenido puesto el dispositivo: se lo quitaron al entrar». De esta forma -explica- sólo lo llevó puesto cuatro meses antes de ingresar en prisión, por lo que «le restarían por cumplir ocho meses todavía», pues el juez se lo impuso durante un año.

En el comunicado, Patricia Ramírez insiste en que «no me opongo a que salga si le corresponde el permiso, son sus derechos» y es clara en su interés por proteger la intimidad del acosador: «No quiero que se le exponga públicamente otra vez, pues tienes sus derechos y entiendo que hay que respetarlos; no fue justo para él que se contase toda su vida durante días en televisión y ser sospechoso de su terrible pérdida. Pero yo también debería de tener derecho a estar protegida suficientemente ».

Controlado y evaluado

«Honestamente creo que debe salir controlado y con las medidas de evaluación necesarias, que desconozco si se han hecho, por riesgo a que se escape y se acerque nuevamente a mí. Esperando no se enfaden por solicitar su activación y que entiendan que durante dos años viví una situación de miedo difícil de sobrellevar que en estos momentos podría volver a reproducirse», alega.

La madre de Gabriel revela que cuando desapareció Gabriel, en el pasado mes de febrero, « también se desconectó de la pulsera ». «Desconozco si puede estar más enfadado conmigo por aquella situación, u obsesionado con verme, no sé nada…», afirma.

En este sentido, cuenta que para ella llevar la pulsera de alejamiento « supuso un martirio los cuatro meses que la tuve puesta , pues no paraba de sonar de madrugada cada vez que este hombre no se encontraba lúcido y quebrantaba la orden. Pero por lo menos sabía cuándo estaba mal y me permitía estar en alerta».

Por último, Patricia Ramírez reflexiona sobre la condena impuesta al acosador. «Al no haber tenido relación sentimental con él, no me corresponden las medidas de protección de la Ley de violencia de género a pesar de tener ya cinco condenas en firme por la obsesión que mantiene conmigo. La medida de la pulsera se la pusieron de forma excepcional como medida de libertad vigilada , por la gravedad de la situación».

A modo de ejemplo, Ramírez explica que «si cuando denuncié los hechos hubiese dicho que estábamos tonteando, hoy tendría derecho a unas medidas de protección como víctima que me permitiría saber cuál es su estado de salud mental, si está en tratamiento, cuándo le dan los permisos, la pulsera telemática y lo más importante: el contacto con un policía que cuando se salte la orden me pueda informar de la situación».

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