Cuestión de huevos

«La única esperanza que nos queda procede de Europa»

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. ABC
Luis Herrero

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El sábado día 10, por razones que todavía desconozco, a Sánchez se le inflaron las narices y ordenó a Adriana Lastra que registrara en el Congreso de los Diputados la proposición de ley para cambiar el sistema de elección de los vocales del CGPJ. Estaba de los ropones judiciales hasta las cejas. Le había molestado sobremanera que Carlos Lesmes aireara el WhatsApp que le envió el rey lamentando no haber podido acudir al acto de Barcelona. Y que el TSJM tumbara la orden del ministerio de Sanidad restringiendo la movilidad en Madrid. Y que García Castellón solicitara al Supremo la imputación de su vicepresidente del Gobierno. ¿Es que no hay nadie que le diga a los jueces lo que tienen que hacer? No es el primer presidente que se lo pregunta. Antes o después, el mal de altura desquicia a los inquilinos de La Moncloa ¿Qué clase de poder es ese que no consigue lo que pretende? En un nuevo subidón de testosterona, Sánchez se lanzó de cabeza a una piscina con muy poca agua.

Y el tortazo ha sido digno de Buster Keaton. Ruidoso el interno y estremecedor el europeo. Los socorristas palaciegos calcularon mal el riesgo de la zambullida. Estaba descontado el clamor iracundo de la Oposición. Eso les importaba un rábano. Incluso les ponía ver a los líderes de las tres derechas clamando al unísono contra el Gobierno que les expulsó del paraíso. Con lo que contaban menos es con el fruncimiento de ceño de sus socios periféricos. Ni al PNV ni a ERC les gustó la música de la reforma impulsada por Sánchez en pleno ataque de orgullo. La respuesta destemplada de los jueces aún fue mucho peor. Solo se mordió los labios la Asociación más afín al PSOE. Las otras tres clamaron al cielo y lograron en tiempo récord que la Asociación Europea se sumara a su protesta. En el CGPJ, la mayoría de los vocales, incluidos varios de la escudería progresista, se conjuraron para plantar cara. Estén atentos a la pantalla porque en ese frente habrá muy pronto novedades destacadas.

Si el cálculo de la reacción interior fue malo, el de la reacción comunitaria fue desastroso. Cuando el portavoz del comisario de Justicia dijo que «los Estados miembros deben seguir las normas de la UE para garantizar que la independencia judicial no se vea comprometida», a Sánchez se le vino el cielo encima. La Comisión acababa de equiparar a España con Polonia y Hungría. Tierra, trágame. Días antes, la española Iratxe García, presidenta del grupo parlamentario socialista en la Eurocámara, había firmado un documento, junto a populares, liberales y verdes, exigiendo que los países que no respetaran en sus legislaciones internas el Estado de Derecho no vieran un solo euro de los fondos de recuperación de la Unión Europea. No es un cuento chino, inventado por PP o Ciudadanos, que España puede quedarse a dos velas si Sánchez perpetra su plan de colonizar el órgano de gobierno de los jueces. Hay países, como Holanda y Finlandia, que ya han dicho con toda rotundidad que vetarán el acceso a esos fondos a los países que sigan esa senda.

A perro flaco, todo son pulgas. El prestigio de España está bajo mínimos. Encabezamos la lista de los países que peor gestionan la pandemia del coronavirus, tenemos los peores resultados económicos del continente y rebajamos nuestros estándares democráticos hasta igualarnos con países gobernados por la extrema derecha. Si no formáramos parte del club de la UE nuestra deriva sería descaradamente venezolana. A falta de contrapoderes internos capaces de evitar semejante calamidad, la única esperanza que nos queda procede de Europa. Sin su ayuda, nos hundiríamos sin remisión. En lo político y en lo económico. ¿Será capaz Pedro Sánchez de darse cuenta de su error rectificar a tiempo? Hay quien dice que sus últimas palabras huelen a reculada pero yo necesito ver para creer. Pincho de tortilla y caña a que el pulso todavía durará algunas semanas. Cuando está en juego el orgullo de un déspota contrariado, cualquier pronóstico es incierto. No gobierna la razón, gobiernan los huevos.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación