Cuento de Navidad
Sánchez e Iglesias llevan varias semanas sin charlar a solas los viernes por la tarde, como acostumbraban a hacer cuando afloraban fricciones de mayor cuantía
No conozco bien las costumbres del santoral indígena pero casi me apostaría el pincho de tortilla y caña de rigor a que también tenemos en España algún San Genaro a quien si pinchas no sangra. La advertencia de algún santo cabezón estará proyectando negros augurios sobre su peana. El futuro no invita al optimismo. Las vacunas tardarán muchos meses en someter la pandemia y son inocuas para el tratamiento de sus efectos secundarios. El desastre económico que nos aguarda al doblar el cabo de Hornos de 2021 tiene sobrecogidos a los expertos. Los más lúcidos pronostican una crisis social sin precedentes. No es el mensaje más navideño que se puede trasmitir, desde luego, pero este año la Navidad es rara hasta para eso. La esperanza es un milagro. Sobre todo si pasamos lista al Gobierno que sujeta la aguja de marear. En realidad no es un Gobierno solo, son tres. Y están a tortas. Tanto que, según me sopla una espía paraguaya que zascandilea como nadie por los pasillos del poder, hace casi un mes que no se reúnen los órganos de coordinación que se constituyeron en su día para buscar fórmulas de entendimiento. Los maitines de los lunes han desaparecido de la agenda monclovita y Sánchez e Iglesias llevan varias semanas sin charlar a solas los viernes por la tarde, como acostumbraban a hacer cuando afloraban fricciones de mayor cuantía.
Eso explica el duelo al sol entre el uno y el otro. Iglesias quiere que se sepa que no se rinde. Por eso se deja llamar cabezón en público por María Jesús Montero y manda a Ione Belarra, su número 2, a polemizar en los platós televisivos con Carmen Calvo sobre la subida del SMI. La secretaria de Estado dijo en TVE que habría subida y pocos minutos después, en La Sexta, la vicepresidenta dijo que no la habría. Lo llamativo no es la discrepancia -una de tantas en el historial de la cohabitación socialcomunista-, sino el modo de ventilarla. A Podemos le va la intemperie, la confrontación a cielo abierto. Y no es casual el aparataje de megafonía que utiliza para publicitar sus puntos de vista cuando éstos difieren de los de Sánchez. Le gusta la estridencia. ¿Por qué otra razón iba a haber solicitado de nuevo, en compañía de ERC y Bildu, la apertura de una nueva comisión de investigación en el Congreso sobre el Rey emérito, solo unos días después de que una solicitud similar hubiera sido rechazada por la mesa de la cámara? Tiene el hueso de la Monarquía entre los dientes y pretende dejar claro que no va a permitir que el PSOE le obligue a escupirlo. Hay quien dice que ese punto de insistencia en la rebeldía, superior al exhibido hasta ahora, preludia un cambio en el modelo de relación de los socios de Gobierno para el resto de la legislatura.
Conseguido el salvoconducto para agotar su mandato, una vez aprobados los Presupuestos, Sánchez podría estar maquinando -conjeturan algunos- un giro al centro para congraciarse con la porción de su electorado que ha visto con estupor los pactos con Bildu y ERC . Las encuestas alertan de una fuga de apoyos por el flanco socialdemócrata, compensada por la vampirización del voto podemita por el flanco más radical. Para evitar que la estrategia de Casado de separarse de Vox pueda atraer a socialistas desencantados, y teniendo en cuenta que Ciudadanos se resiste a desaparecer del tablero a pesar de su irrelevancia, algunos alquimistas de Moncloa aconsejan poner rumbo a la moderación. No sé si Sánchez atenderá el consejo, en el caso de que tal consejo exista, pero me parece que aunque pretenda hacerlo está condenado a fracasar. Ahora llega el momento de pagar los favores. Bildu y ERC no han apoyado los Presupuestos a cambio de nada y durante los meses siguientes no dejarán de repetir que qué hay de lo suyo. ¿Tiene alguna lógica imaginar un viraje al centro que sea compatible con mesas de diálogo donde se hable de indultos, amnistías, banalización de la sedición o negociación de referéndums? Suena a cuento de Navidad más que a conjetura sensata.