La lucha por la supervivencia del PP vasco

Iturgaiz ejerce de «pegamento» en un partido muy dividido y con escaso banquillo. Casado ha recibido varios «noes» a la oferta de liderar un partido que cae en las urnas mientras Otegi, blanqueado, sonríe

Casado e Iturgaiz, este fin de semana EP

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El PP vasco afronta las elecciones autonómicas del 5 de abril sumido en una profunda crisis de identidad. El estrés postraumático provocado por el choque frontal con la dirección nacional de Pablo Casado, que ha acabado con la violenta salida de su hasta ahora líder, Alfonso Alonso, se ve agravado por la debilidad propia de una organización reducida, muy dividida y huérfana de liderazgos entre sus cuadros, cada vez más pelados. A esas carencias internas se le suma la incapacidad durante años de articular un discurso atractivo hacia fuera que frene el trasvase de votos al nacionalismo más moderado de un PNV que no deja de captar al votante conservador menos ideologizado.

El PP se hunde en las urnas mientras Otegi habla de «justicia poética«

Reparto de culpas

Los males del PP en el País Vasco vienen de lejos y sería injusto descargar la responsabilidad en la dirección de Pablo Casado. Pero no se explica cómo Génova, sabiendo que este año había elecciones, ha resuelto la disputa con Alonso a un mes y medio de las urnas, extirpándole como candidato tras haberle nombrado poco antes. La dirección nacional ha fiado sus opciones a Iturgaiz, aunque es un parche. Tras los comicios, habrá que resolver el relevo en un partido con poco banquillo.

En las ultimas semanas Casado ha sondeado distintas opciones para dirigir el PP vasco y se ha topado con varias negativas. «Esto está arrasado, ¿quién querrá liderarlo?», musita un viejo líder. Casado llamó al exportavoz donostiarra Ramón Gomez Ugalde, hoy en la empresa privada, pero rechazó ocupar el hueco dejado por Borja Sémper en Guipúzcoa. La provincia es tierra yerma para el PP, que solo aspira a un escaño. Génova desistió de imponer a Iñigo Arcauz en las listas del 5-A, como hizo en las generales, porque un juez ordenó embargarle por impago. Desde San Sebastián mandaron la documentación a Madrid para advertirles.

Vizcaya es el gran polvorín. La vieja guardia amagó con no votar si la «casadista» Raquel González, presidenta provincial, encabezaba la plancha. Finalmente lo hará Iturgaiz, pero en un grupo de whatsapp hasta se plantearon que desmovilizarían votos del PP. Ella va de tercera y no estará en el Parlamento.

Desconexión emocional

Miembro de la dirección nacional, González tiene a media provincia sublevada. Ganó su congreso apoyada por el PP alavés, que desafió el poder vizcaíno derrocando a la exsecretaria general Nerea Llanos. Hoy Llanos está descartada, al igual que la actual presidenta interina, Amaya Fernández. «A Raquel no le puedo votar, ha despedido hasta a las secretarias», afirma un veterano. «He pensado en no votar al PP, pero por la simpatía personal que le tengo a Carlos, iré. Mi mujer, sin embargo, hace años que dejó de hacerlo», confiesa otro crítico describiendo la desconexión emocional de la base social del PP.

En este fuego cruzado a varias bandas también se reprocha que el partido no se movilizó para lograr el escaño de la joven Beatriz Fanjul en el Congreso, que tuvo que pedir refuerzos a Génova para fiscalizar el voto por correo que al final le validó el acta en Madrid. « Ni siquiera repartieron su material de campaña », denuncia este sector. Muy próxima a Casado, se dibujó la opción Fanjul como candidata a lendakari el 5-A antes que Iturgaiz, pero se borró porque aún está verde. También se le quiere para liderar Nuevas Generaciones, aunque ella prefiere centrarse en el País Vasco. Y tiene futuro.

La falta de unidad y de referencias es común en las tres provincias. Álava, más aglutinada en torno a Alonso, ha pasado de ser la cuna del poder territorial del PP, gobernando capital y diputación foral durante años, a ser la cuarta fuerza con solo dos municipios pequeños del PP. El exdiputado general Javier de Andrés, último delegado del Gobierno de Rajoy, se ha reciclado profesionalmente y está desvinculado, mientras que el exalcalde Javier Maroto se ha empadronado en Sotosalbos para defender su acta de Senador por Segovia tras no haber logrado el escaño del Congreso en 2019. «Es otro ejemplo más de la descomposición. No se puede amortizar así a un político vasco, Maroto podía haber sido un recambio válido», creen en Vitoria.

Casi todos los que han jugado un papel protagonista en el partido en las dos últimas décadas se han quemado. Desmoralizados ante los pobres resultados, muchos decidieron cambiar de vida. Como Antonio Basagoiti, que dejó la política en 2013 por el sector bancario y sigue en México. O Sémper, que en enero saltó del barco a la privada. Arantza Quiroga acabó achicharrada por las propias disputas internas alimentadas por conspiradores que hoy aún resisten.

El entonces ministro Alonso medró en la caída de su antecesora y fue forzado por Rajoy a regresar a Vitoria para asumir las riendas del PP vasco. Ser candidato a lendakari fue para él un castigo. Ahora, cuatro años después, sí lo deseaba, pero Génova no le quería. La dirección nacional le tentó con una «salida honrosa» en Madrid, un cargo en la Comunidad o el Ayuntamiento. Fuentes del partido aseguran que se le ofreció la gerencia de la empresa funeraria municipal . Alonso se enrocó y su final fue a las bravas.

Perfil conciliador

El perfil conciliador de Iturgaiz ha tranquilizado los ánimos en un partido lleno de rencillas personales. «Carlos actúa de pegamento del PP vasco, era el único capaz de arrastrar a todos los grupos enfrentados entre sí», señalan en el equipo de campaña. «A Carlos le apreciamos todos», insiste un cargo que se declara «muy ilusionado» con la nueva etapa que se abre en el PP vasco, aunque las encuestas traigan incertidumbre. El Sociómetro del Gobierno vasco, lo mismo que la encuesta de GAD3 para ABC publicada ayer, le otorga siete escaños, dos menos de los que hoy tiene. Otros sondeos más pesimistas apuntan a 5-6 asientos en la Cámara vasca, de los cuales, solo cuatro corresponderían al PP.

Porque, de partida, el PP cede dos escaños en beneficio de Ciudadanos, que entrará por primera vez al Parlamento vasco. Y los populares vascos ven con desolación cómo muchos de sus compañeros que se jugaron la vida contra ETA están hoy en el paro y no hallan salida. En Vizcaya hay varios casos en situación precaria. «Un concejal nuestro de Ermua vive sin ingresos y se ha tenido que ir a casa de un hijo; lo suyo es dramático», lamentan.

Un histórico del Partido Popular, Leopoldo Barreda, está hoy de asesor a media jornada del grupo en el Parlamento de Vitoria, un puesto que podría pasar a depender de Cs. Otro referente de peso durante décadas, Antón Damborenea, se ha quedado fuera. «Aquí ser del PNV es fácil, rápidamente te colocan. Pero ser del PP lastra. Estas siglas pesan mucho», apuntan desde Bilbao.

Génova ofreció a Alfonso Alonso dirigir la funeraria de Madrid

Se repiten los reproches por el trato final de Génova a la generación de políticos que fueron la resistencia al terrorismo en el País Vasco. «Has tenido a la gente en Stalingrado, pero después de Mayor Oreja no ha habido un planteamiento nacional del PP vasco», se queja un antiguo dirigente, que remonta su crítica a la época de Rajoy y Cospedal. «En diez años no se trabajó nada el proyecto. Y sin embargo, tuvimos a Soraya y a Alfonso comiendo en el batzoki con Ortuzar», recrimina aludiendo a la relación privilegiada del PNV con el Gobierno de Rajoy y que terminó en la moción de censura. «Nos han arrasado el partido con el que nos jugamos todo. Aquí han pasado 400 que arriesgaron la vida y hoy no nos dan ni las gracias».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación