Leves disturbios, algún porrazo y una hoguera en Gerona

Los Mossos realizaron un par de cargas después de que los radicales les lanzaran objetos al acabar la protesta convocada por la tarde por el independentismo

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Disturbios en el centro de Gerona EFE

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La tensión que se ha vivido en Barcelona no se ha replicado en Gerona hasta el final de la protesta convocada a las siete de la tarde por los colectivos independentistas. Los ánimos se encendieron de repente , como si alguien hubiera dado una orden, y los asistentes más radicales comenzaron a lanzar objetos contra los agentes de los Mossos que custodiaban la subdelegación del Gobierno.

«A por ellos» o «fuera las fuerzas de ocupación» fueron las consignas con las que el sector más radical de la protesta perdió el miedo a los Mossos, a los que arrojaron vasos y demás objetos a mano para regocijo de una parte importante de los asistentes antes de que comenzaran las cargas.

Los antidisturbios de la policía catalana se vieron entonces obligados a realizar varias cargas -ninguna de ellas de gran envergadura- contra los radicales, que respondieron doblando el desafío al improvisar barricadas con los contenedores. Los manifestantes pacíficos, por su parte, abandonaron el lugar a la carrera con las primeras salvas de los Mossos.

A medio gas

Hasta que alguien se atrevió a lanzar el primer objeto contra los Mossos, la protesta se desarrolló sin problemas e incluso dio la impresión de que el secesionismo en Gerona, una de las capitales históricas del independentismo, estaba fatigado. Los manifestantes llegaron a cortar unos 200 metros de la Gran Vía Jaume I -donde se encuentra la subdelegación del Gobierno-, pero nada más. La adyacente plaza de la Constitución -rebautizada como plaza del 1-O- se les quedó demasiado grande y presentaba un aspecto desangelado en el punto álgido del acto.

De golpe

Pero una vez que se desencadenaron los leves disturbios, los radicales, que ya eran unos 200, quemaron un contenedor en el centro de la plaza mientras de forma periódica insultaban a los agentes. Y cuando parecía que la protesta se iba a eternizar, las campanas de la ciudad tocaron medianoche y los 200 independentistas, todos muy jóvenes, que aguantaron hasta el final, se disolvieron. También como si alguien les hubiera dado una orden.

Turno entonces para los trabajadores de la limpieza que, tras los incidentes, tuvieron más trabajo que de costumbre.

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