El juez investiga en secreto la base de datos policial de la que bebió el «clan» de Villarejo
Rastrea búsquedas ilícitas de las que pudo quedar huella en un ordenador sin conexión
![El juez investiga en secreto la base de datos policial de la que bebió el «clan» de Villarejo](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2020/02/11/villarejo-efe-U21280274441qTn-1248x698@abc.jpg)
El titular del Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón, investiga en una nueva pieza separada y secreta de la macrocausa Tándem la base de datos policial que contendría el rastro de la información privada de la que estuvo bebiendo el «clan» liderado por el comisario jubilado y en prisión provisional José Manuel Villarejo para elaborar y vender informes a sus clientes, según fuentes jurídicas consultadas por ABC.
Se trata de un ordenador de la Comisaría General de Información que funciona sin conexión a la red y en el que los agentes de la unidad registran cada consulta sobre datos de terceros que se realiza en el marco de sus labores policiales.Ahí está todo, según fuentes policiales, por garantía y «por estadística». Desde la petición de identificar las placas de matrícula de un narco hasta la solicitud de filiación de un corrupto y, tal vez, también de cualquiera de las personas a las que el comisario investigó para clientes diversos y a cambio de ingentes sumas de dinero.
El aparato fue precintado por orden judicial en septiembre pero hasta ahora no se ha mirado dentro. Los investigadores se refieren a él como «Pandora» porque si contiene lo que esperan, servirá para apuntalar la tesis de que Villarejo estuvo durante años prevaliéndose de su condición de policía para hacer negocios por su cuenta.
La tesis: que accedía a los datos con la complicidad de quien podía ordenar a los inspectores que hicieran el trabajo, el comisario exjefe de la Unidad Central de Apoyo Operativo Enrique García Castaño , alias «el Gordo». De ahí que el juez y la Fiscalía Anticorrupción hablen de la gente de Villarejo como un «clan parapolicial mafioso».
La antítesis: por qué anotar que se ha hecho una búsqueda a sabiendas de que no es para una investigación oficial. Es la posición de quienes, otrora vinculados a Información, aseguran, consultados por ABC, que «Pandora» está vacía. Ven con malos ojos que se pueda cuestionar el trabajo policial bajo una premisa que, dicen, es errónea.
Un policía imputado dio la pista
Sin embargo, los investigadores no llegaron al ordenador por casualidad. Fue uno de esos policías sospechoso de proporcionar datos al «clan» quien levantó la liebre. Se trata de Constancio Riaño, inspector imputado ya en la causa. Según una batería de correos que obran en las actuaciones, recabó información sobre terceros que acabó en manos de Villarejo. Su explicación fue que García Castaño le encargaba informalmente las búsquedas, ya fuera de viva voz o dejando un post-it en su mesa . Dijo que registraba las consultas en ese ordenador «muerto» para curarse en salud y que, al menos, constase por si un día le pedían cuentas.
La cuestión es que Riaño también reconoció estar regalándole ese tipo de información a todas luces secreta a otro amigo suyo, nada menos que al policía franquista Antonio González Pacheco, alias «Billy el Niño», que, preocupado por su seguridad, le pedía identificar las placas de los vehículos que creía que le seguían. La defensa de «el Gordo» cuestiona por ello toda su versión.
Riaño acabó señalando este ordenador como el lugar donde poder encontrar todo aquello que Villarejo pidió buscar para después venderlo como de cosecha propia. El pasado mes de septiembre, el juez, a instancias de Anticorrupción, ordenó intervenir la máquina y el aparato duerme desde entonces precintado en un armario.
Una búsqueda por palabras, decenas de nombres
El problema ha sido la dificultad de acceder a un contenido que está íntegramente clasificado como secreto y que almacena datos de pluralidad de investigaciones fruto del trabajo legítimo que desempeña la Policía Nacional. En algunos casos, puede afectar directamente a la seguridad del Estado.
Para solventarlo, los investigadores han optado por una solución sencilla pero que llevará su tiempo: buscar palabra por palabra a cada una de las víctimas y clientes de Villarejo esperando un positivo. La lista, según las fuentes jurídicas consultadas por ABC, contiene decenas de nombres.
Para ello, un agente de la CGI y un miembro de la Unidad de Asuntos Internos que investiga la causa en la Audiencia Nacional se sentarán delante de «Pandora» e irán tecleando las identidades. Ante un positivo, se verificará primero si el nombre ha llegado al ordenador por alguna investigación legítima. En caso negativo, podría haber sido cosa del «clan». El objetivo es que todos los «positivos» acaben una vez completada la diligencia bajo custodia de la Audiencia Nacional.
Los trámites se siguen en una pieza secreta de carácter instrumental, es decir, para nutrir de pruebas a todas las demás. Se trata de apuntalar una de las principales acusaciones que pesan sobre Villarejo: que «parasitó» los recursos más sensibles del Estado para llenarse los bolsillos en esa doble vida que llevaba como policía en activo e investigador privado.
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