Mayte Alcaraz
El juego de las sillas de Albert Rivera
Albert Rivera se vistió de domingo ayer jueves. Podría asegurar que los candidatos tienen pósit en las perchas de su armario para identificar la ropa de campaña. Mitin en polígono industrial de Mataró: camisa remangada gris marengo; charla en la universidad: camisa beige cuello mao; visita al campus de google: americana celeste de lino... Por la mañana, el líder de Ciudadanos había visitado ese campus tecnológico en Madrid y, corre que te corre, se mudó la americana azul para llegar al Foro ABC enfundado en un impecable traje oscuro. El monocolor solo lo combatió con una libreta y un bolígrafo naranjito, el apelativo más ingenioso que se le ocurrió a Rafa Henando para descalificar a su único competidor en el centro-derecha. Eso fue antes de la pasada campaña, porque ahora a Rivera le llaman más cosas en Génova. Traidor a sus votantes es lo más suave, después de pactar con Pedro Sánchez. Que en el PP ya no están para bromas con Ciudadanos lo demuestra que a Rivera le faltó ayer el abrazo transversal y reconfortante de Cristina Cifuentes. La presidenta madrileña, que debe su investidura a los 17 botoncitos que apretó Ciudadanos en la Asamblea hace un año, faltó a la cita con su amigo Albert. Ni agua al enemigo que se llevó 3.500.000 de votos que eran del PP y que solo se tradujeron en 40 escaños, que ni comieron ni dejaron comer tras el 20-D. Palabra de Rajoy.
El auditorio que acudió al Casino, mayoritariamente empresarial, quería escuchar de labios del político catalán las generales de la ley tras el susto del acuerdo con el PSOE, que también tonteaba con Podemos: que sigue considerándose el antídoto del populismo, que defiende la Constitución y los logros de la Transición, que no quiere el modelo chavista para España, que no está para ocupar una silla... José Luis Bonet Ferrer, presidente de Freixenet y de la Cámara de Comercio de España, tomaba buena nota del recurrente mensaje del líder de Ciudadanos sobre los cargos, en sus diferentes modalidades: asientos, sillas y sillones. Hasta en diez ocasiones, Rivera habló de su desafección por los puestos (no como Pablo Iglesias, pareció sugerir). Como si de un anuncio de Merkamueble se tratara, el dirigente catalán aseguró que «el sillón no es el debate», que «el pacto no es por los sillones», que no le interesa «el debate de las sillas», que no le importa «quedar con la silla primera, tercera u octava...» Desde la silla privilegiada de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Elvira Rodríguez, escuchó criticar a su jefe, Mariano Rajoy, por «no responder al mandato del Rey de intentar formar Gobierno». «Si a mí algún día me lo pide el Rey, por supuesto que lo intentaré», dijo Rivera. Ángel Expósito le preguntó si volvería al Foro si es vicepresidente o ministro. «Incluso si soy presidente también vendré encantado». Fue su último guiño al juego de las sillas que el 27 de junio tendrá otros tres concursantes: Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.