POSTALES
Palabra de Rey
Señaló el único camino para superarlo: la unidad, la suma de esfuerzos individuales. España se ha visto desafiada tanto o más y siempre los superó
Escueto, firme, claro; sereno y alerta al mismo tiempo; sin insultos ni acusaciones habituales; más una reflexión en voz alta que un discurso a un pueblo que empieza a perder toda esperanza, fue el mensaje navideño del Rey a los españoles , sin hacer diferencias. Que no era un político lo demostró empezando por reconocer la grave situación en que nos encontramos, acosados por un virus que causa estragos entre nosotros sin distinguir sexos, lugares o filiaciones. Si se le añaden los daños económicos que está causando, tendremos lo que los analistas llaman «la tormenta perfecta», que se alimenta a sí misma y vuelve cuando creíamos haberla alejado. Pero no quiso caer en el desánimo ni la fácil excusa del resentimiento o la autoflagelación, sino que señaló el único camino para superarlo: la unidad, la suma de esfuerzos individuales. España se ha visto desafiada por desafíos tanto o más grandes, logrando siempre superarlos. «Los de hoy, reconoció, son grandes, pero no insuperables. El nuestro no es un pueblo que se rinda» .
Eran muchos e importantes los que le pedían una ruptura con su padre. Ya la hizo cuando renunció a la herencia que le había dejado en el extranjero
Para ello es necesario aprovechar la oportunidad de renovación tecnológica e industrial que se nos presenta con la ayuda de Europa, que no puede dejarse pasar. La Constitución nos brinda el marco apropiado para ello, aunque no debe olvidarse que no se trata sólo de economía y técnica, sino que debe de tenerse en cuenta la ética, sin la que la democracia no se completa. Con lo que Felipe VI se metía en el terreno pantanoso de su plática navideña: «Los principios morales y éticos nos obligan a todos, sin excepciones personales o familiares», dijo. Eran muchos e importantes los que le pedían una ruptura con su padre. Ya la hizo cuando renunció a la herencia que le había dejado en el extranjero. Si cargar a los padres las faltas de sus hijos es un desatino jurídico, cargar a los hijos las faltas de sus padres es una monstruosidad . Pero intenta hacerse. Felipe VI ha mantenido en sus seis años de reinado un escrupuloso comportamiento en el terreno personal y con esa frase mantiene los principios. Pero es la pieza a cazar de la extrema izquierda y los independentistas, con tantas cuentas pendientes en los tribunales, usando como munición a su padre. Cuando Don Juan Carlos no tiene abierta ninguna causa y si ha tenido problemas con Hacienda los ha resuelto. Pero es la Monarquía lo que buscan eliminar, junto a la Justicia , los últimos obstáculos para alcanzar sus designios: la España troceada y republicana. De momento, el Rey ha salvado la celada navideña. Lo que nos traiga el próximo año no lo conoce nadie.