José María Aznar: Más Constitución

Las expectativas que podíamos albergar sobre lo que la Constitución podía traernos se han cumplido. Significa que los españoles encontramos el camino en la historia

José María Aznar MAYA BALANYÀ

José María Aznar

Desde hace 40 años los españoles disfrutamos de una Constitución. No añadiré «democrática» porque en buena lógica sería una reiteración innecesaria. A pesar de que hasta las peores tiranías tengan que rendir tributo al constitucionalismo y finjan tener una ley con ese nombre, la Constitución sólo se puede entender como el resultado de lo que decide la Nación en libertad , la Nación, máxima instancia de poder ejercido por todos sus ciudadanos en condiciones de igualdad.

Este gran logro histórico nos pide mirar con profundo reconocimiento a quienes lo hicieron posible. Fueron intérpretes leales de una voluntad de reconciliación entre los españoles que superaba aquellas pulsiones de revancha y antagonismo que se interponían en el camino hacia un sistema de convivencia para todos los españoles . El talento político que aquellos aplicaron a esta tarea sigue ofreciéndonos inspiración porque La Transición y el pacto constitucional no sólo forman parte del mejor acervo histórico de nuestro país sino que son realidades vivas en nuestro presente. En estas décadas, tres generaciones se han incorporado a la política, las mismas que en cualquier otro ámbito han nacido y vivido en libertad. Desde la Constitución, España ha progresado como nunca en su historia; el Estado se ha transformado para alcanzar la máxima descentralización; nos incorporamos con éxito al proyecto de integración europea y nuestro país se erigió como una de las grandes referencias para las nuevas democracias de América Latina. Hemos podido organizar una razonable alternancia entre opciones políticas mayoritarias dentro de un modelo de partidos que, con sus limitaciones, ha servido bien a las necesidades de estabilidad y representatividad del sistema democrático. Nos hemos enfrentado al terrorismo que después de ser derrotado operativamente busca perpetuarse en una visión perversa que le absuelva de su trayectoria criminal. Juntos hemos rendido homenaje a las víctimas y juntos nos hemos movilizado para derrotar a sus victimarios.

Creo que las expectativas razonables que podíamos albergar los españoles sobre todo aquello que la Constitución podía traernos se han cumplido. Y esto significa que los españoles encontramos el camino en la historia. Y ahora, como la historia no acaba, debemos hacer frente a lo que de nuevo quiere amenazar nuestro avance. Nuevas amenazas que en realidad son los viejos enemigos de nuestra convivencia. Unos quieren desacreditar el esfuerzo de reconciliación que hoy merece seguir siendo celebrado. Otros han vuelto a sus viejos instintos insurreccionales contra el orden democrático de la Constitución, como lo hicieron en el pasado buscando romper la convivencia y la Nación. La Constitución merece que se le haga justicia por lo que tiene de compromiso moral y generacional de «echar al olvido» lo peor de nuestro pasado, pero también debe recordarse por todo aquello que significó la construcción de un orden institucional y jurídico sin el que la democracia, la libertad y los derechos no son posibles.

Las demandas ciudadanas plantean nuevas exigencias, es cierto. Pero para responder a ellas lo que se necesita, en todo caso, es más Constitución, no menos. Fuera del Estado de derecho y del orden constitucional de libertad e igualdad de todos los españoles no hay ningún camino más que aquel que conduce a la regresión estéril.

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