José Manuel García-Margallo: «Quieren cargarse España, esa España nuestra»
«Todos tenemos que ponernos detrás del Gobierno de forma incondicional, sin restricciones ni reservas de ningún tipo»
«Hay que impedir que se celebre ningún tipo de consulta, que no haya ni una sola urna en la calle»
«No entiendo los silencios de Rajoy, pero es él quien está al mando de la nave»
«Es un golpe de Estado orquestado desde la Generalitat»
El silencio antes de que estalle la tempestad anunció el naufragio democrático en el Parlament, cuando se aprobó la ley del Referéndum. José Manuel García-Margallo apuesta por salir de ese silencio, navegando por las aguas turbulentas de Cataluña, buscando soluciones razonadas en su nuevo libro, «Por una convivencia democrática» (DEUSTO), que entregó a Mariano Rajoy hace cuatro meses, con una propuesta de reforma para adaptar la Constitución al siglo XXI.
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El exministro de Asuntos Exteriores y diputado por el Congreso continúa en política «no para estar, sino para hacer». Definido en el prólogo por Josep Piqué como «un personaje que, a veces, puede incomodar», se siente bien cuando se mira al espejo, con la conciencia del riesgo de expresar que había que recurrir al artículo 155 si queríamos evitar el anterior 9-N. Ahora, contra los elementos con mar gruesa, oteando en el horizonte el 1-O, asegura como un aviso para navegantes que «la nave va —mal que les pese a los partidarios de airear tormentas—».
«Eppur sí, tenemos un problema», escribe.
Tenemos un problema anunciado desde hace tiempo, arranca después de la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 y coge velocidad en el 2013 con varias etapas sucesivas. Una de bloqueo, de enroque en términos de ajedrez. Luego viene la ruptura en el Parlament. Fue más que un golpe de Estado. Es el cambio de las reglas del juego. Quieren cargarse a España, esa España nuestra. Lo importante es que no se tolere una sedición, una rebelión, ni una actuación de un Gobierno faccioso. Hay que impedir que se celebre ningún tipo de consulta, que no haya ni una sola urna en la calle. Por último, entramos en una etapa de enfrentamiento, de movilizaciones en la calle que espero sea lo más pacífica posible. Después, habrá que pensar qué sucede el 2 de octubre.
Pero antes tenemos el 11 de septiembre, un pulso en la calle…
La Diada va a ser el ensayo general de la movilización del 1 de octubre. Será una demostración de fuerza. Tenemos que analizar las causas que explican por qué hemos llegado hasta aquí, cuáles son nuestras responsabilidades. Ellos han creado unas estructuras de Estado para cuando decidan apretar el botón rojo y no hemos sido capaces de construir una narrativa alternativa al discurso separatista. Hay que romper el silencio, no sólo de los políticos, sino de la sociedad civil. Todos tenemos la obligación de hablar alto y claro.
Carme Forcadell, presidenta del Parlament, eliminó todos los trámites parlamentarios y directamente actúo de parte para tramitar la ley del Referéndum.
Es gravísimo lo que está ocurriendo en Cataluña. El golpe de Estado no está protagonizado por un partido político, sino orquestado desde la Generalitat, cuando tendrían que representar a todos los catalanes, y no sólo a una parte.
¿Qué le parece que el Tribunal Constitucional no suspenda de oficio a Forcadell aunque la ley lo permita?
No es útil entrar en tecnicismos jurídicos. Tampoco es posible dialogar con organismos que se han declarado en sedición. Igual que no se puede hablar con un vecino con una antorcha en la mano, que quiere incendiar el edificio.
¿Podemos llegar el 1-O al estado de excepción?
Hay que conseguir que la rebelión no fructifique ni que haya un pitorreo respecto al Gobierno de la nación. Para ello, hay que darle la posibilidad de utilizar en cada momento la medida que considere más útil. Desde el estado de excepción, el artículo 155, la ley de Seguridad Nacional, que está para lidiar con crisis, y no acierto a ver otra mayor que está, o el recurso ante el Constitucional. Todos tenemos que ponernos detrás del Gobierno de forma incondicional, sin restricciones ni reservas de ningún tipo.
Contaba Joan Tardá en una conferencia, que si «el Gobierno español utiliza la fuerza habrá perdido por goleada».
Eso no justificaría que el Gobierno no tomará las medidas necesarias para restablecer el orden constitucional. Cuando un Gobierno actúa con firmeza y demuestra fortaleza es respetado. Cuando es débil, el adversario se crece, porque piensa que hay impunidad. España tiene ejemplos muy claros en el mundo abertzale. Cuando llegó José Mª Aznar, cerró Egin, encarceló a Herri Batasuna… No creo que el resultado sea contraproducente.
¿Basta con la ley para frenar la independencia?
Lo primero es aplicar la ley y restablecer el Estado de Derecho, pero no es suficiente. Hay que evitar que se produzca una votación el 1-O. Hay que buscar una solución y hacer una oferta a la sociedad catalana no independentista, porque a los independentistas es un esfuerzo inútil que conduce a la melancolía.
Trata en el libro el tema del liderazgo, ¿lo ha tenido Mariano Rajoy ante el órdago secesionista?
Fui partidario de haber intervenido en el 9 de noviembre, pero no se hizo. Sé que he adoptado posturas que no han sido canónicas. Creí que había que decir lo del artículo 155 si queríamos evitar el 9-N. Ahora el presidente se ha comprometido personalmente a que no vuelva a ver un espectáculo tan bochornoso, y no tengo ninguna razón para no creerle. Lo que se trata es de apoyarle sin reserva.
Afirma que Rajoy es el líder político que España necesita en estos momentos.
No tengo la menor duda.
Pero luego menciona que no sabe interpretar sus silencios.
No entiendo los silencios de Rajoy, pero es él quien está al mando de la nave. Tuve una reunión con el presidente y no se manifestó. Cada persona es un mundo. El estilo de Rajoy es menos extrovertido que el mío. Eso es Rajoy. Es su forma de ser y su forma de gobernar, y no le vamos a cambiar. Tiene temple y no se deja confundir por el ruido mediático. No es susceptible de presiones externas. Es un hombre que medita mucho y toma la consideración que razona.
¿Qué piensa del apoyo de Podemos al referéndum ilegal?
Me parece un error conceptual que es impropio de personas que conocen la ciencia política. Todo esto quizá sea un resabio de su herencia marxista, que es el derecho de los pueblos de Lenin que inspiró el derecho de secesión. Sólo hay dos constituciones en el mundo que aceptan el principio de autodeterminación, que son Etiopía y San Cristóbal y Nieves, que no me parecen ejemplos excesivamente significativos.
Pablo Iglesias recordaba hoy que el Gobierno sólo ha recuperado 14 millones de euros del rescate, y que sólo se preocupe de los 5 millones que costó el 9-N.
No parece que tenga mucho que ver. Siempre dice cosas originales.
¿Qué le parece la propuesta de Comisión que ha presentado el PSOE en el Congreso sobre la modernización del estado autonómico?
Creo que hay que ir a una Comisión que aborde la reforma constitucional, no a un proceso constituyente. Todo lo que sea abrir un gran debate nacional es importante, con todos los partidos que aceptamos los principios constitucionales básicos: la unidad de España, la integridad y cohesión territorial, junto a la igualdad de los españoles.
¿Cuántas naciones tiene España?
Desde el punto de vista constitucional, nación como ente soberano, hay una.
Pedro Sánchez apuntó que «al menos hay tres».
No sé cuál es la utilidad de ese debate, que arreglaría decir que hay tres naciones y cuáles son las consecuencias jurídicas de esa definición. Quién decide cuáles son. ¿Cataluña, el País Vasco y el resto de España? ¿Por qué no Valencia? ¿Y Andalucía? ¿O Castilla León que tiene una cierta antigüedad?
El objetivo de Podemos es «echar a Rajoy de las instituciones» y pueden buscar una pinza con el PSOE para presentar una nueva moción de censura.
La moción de censura nunca ha sido posible. A día de hoy está mucho más lejos que antes. Para que saliese tendría que tener el apoyo del PdCAT y ERC, que está protagonizando un órdago a la Constitución, y no creo que un dirigente del PSOE pueda ni siquiera imaginar una alianza de dos partidos que niegan la idea misma de España.
Usted afirma que sólo podemos salir de esta deriva con una renovación del pacto constitucional que hicimos en 1978, ¿llegamos tarde?
Algún tipo de solución tenemos que dar el 2 de octubre. El mundo ha cambiado desde 1977. Las sociedades evolucionan al galope y las constituciones se modifican al paso. También serviría para que el pueblo español votase en referéndum que está de acuerdo con los principios básicos de ese pacto, que nos ha dado los 40 años más brillantes de la historia de España.
Siendo diputado constituyente, ¿ve en el Congreso el consenso que haría falta para realizar esa reforma?
El consenso es perfectamente posible entre el PP, el PSOE, Ciudadanos y algún partido minoritario. Creo que es suficiente para abordar y actualizar el pacto constitucional, que sea el primer paso de una tarea de regeneración y modernización de España. Habría que reformar la justicia, la educación, el cambio de modelo económico y la lucha contra la corrupción.
Señala en «Por una convivencia democrática» a Pasqual Maragall, José Luis Rodríguez Zapatero y José Montilla…
Maragall comete un error bíblico en el año 2003 cuando aborda la reforma del Estatuto, que nadie le había pedido, creando un problema dónde no lo había. Fue un disparate excluir al Partido Popular del Pacto del Tinell. A partir de ahí, ha sido un camino hacía ningún sitio. Zapatero se equivoca al aceptar cualquier decisión que adopté el Parlamento catalán, entiendo que él creía que iba a ganar Rajoy las elecciones y se encontró con el morlaco. Todo eso es historia. Ahora lo importante es qué hacemos. Hay que evitar un referéndum ilegal y empezar a buscar fórmulas que permitan un encaje duradero de Cataluña en España.
¿Querer la doble nacionalidad es una ardid para formar parte de la Unión Europea?
Es una contradicción en los términos. Decir que uno quiere una República catalana poblada por españoles es una tontería.
¿Cree que le daría el visto bueno Cristóbal Montoro a sus claves para un nuevo sistema de financiación?
Esa es una magnífica pregunta para Cristóbal Montoro. Él sabe bastante bien lo que pienso. Llevo estudiando la financiación desde que estuve en la Universidad de Harvard y publiqué un libro en 1995 donde exponía con claridad el modelo de financiación autonómica. No se me ha ocurrido esta mañana al salir de la ducha.
Dice: «El tema de Gibraltar mejor lo dejamos para otro momento».
Se requiere firmeza en la negociación. No se puede anunciar de antemano que Gibraltar no es un tema prioritario. Hay que realizar un programa de desarrollo integral de la zona para seducir a los gibraltareños y que sea para el corredor Mediterráneo un puerto de entrada dentro del tráfico que viene por Suez, que pueda competir con Rotterdam. Tenemos la ocasión histórica que no se daba desde el Tratado de Utrecht hace 300 años, y eso también forma parte de mi idea de España.