La infiltración nacionalista en Cataluña se programó en los 90 desde la Generalitat
La exaltación independentista de 2017, con sus ecos en todos los ámbitos en 2018, es la consecuencia del «Programa 2000», un plan urdido en 1990 por Jordi Pujol y el sector ultra de Convergència
En la Cataluña de 2018 quedan pocos reductos en los que la política nacionalista no haga acto de presencia con apariencia mayoritaria. La pasada noche de San Esteban, en el Palau de la Música, el independentismo volvió a demostrarlo con el uso político de niños e instituciones . Un día después, algo similar se vivió en el Auditorio de Barcelona. La apropiación de los espacios públicos y ámbitos sociales -por definición, plurales- por parte de los que defienden una opción partidista es total. El exhibicionismo de banderas, carteles y símbolos secesionistas tiene como tareas coartar la libertad de los que no piensan igual (en el interior) y enviar un mensaje (al exterior) de pensamiento unánime. Ocurre, actualmente, en las escuelas -a las que incluso se las cambia el nombre-, los edificios públicos, las asociaciones de vecinos, los clubes deportivos -a todos los niveles-, las universidades, el mundo asociativo cultural, el ámbito del ocio...
Noticias relacionadas
Esta penetración del nacionalismo en la sociedad -ahora en su versión independentista, como antes lo fue la versión catalanista- no se ha producido de la noche a la mañana, por un afán colectivo existencialista y por la voluntad mayoritaria de los catalanes. Desde 1990, es conocido que existe, negro sobre blanco, un plan «nacionalizador» o de «recatalanización» de la región. Un documento llamado «Programa 2000» y que concreta con pelos y señales los ámbitos sociales -todos- en los que el nacionalismo debía incidir para aumentar la conciencia nacional catalana, en detrimento del concepto español de pertenencia a un país.
Los autores
El 28 de octubre de 1990, «El Periódico» y «El País» dieron cuenta de la existencia del documento, cuya autoría, ya desde un primer momento, se situó en dos altos cargos de la Generalitat y, al mismo tiempo, dirigentes de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC): Ramon Juncosa y Joan Amorós . En realidad, uno, otro, los dos o los autores reales del texto -nunca se ha sabido a ciencia cierta la autoría del mismo, si bien Amorós lo admitió- condensan en el documento las propuestas elaboradas por las distintas consejerías, en manos de CiU desde 1980, e intelectuales nacionalistas de la época que orbitaban alrededor de CDC, un partido configurado a imagen y semejanza de Jordi Pujol.
Durante los siguientes veinte días (noviembre de 1990), solo en ABC se publicaron hasta quince informaciones relacionadas con el «Programa 2000». Pujol, la Generalitat y CDC pasaron de negar el documento (7 de noviembre) a señalar que en el mismo «hay más grano que paja» (18 de noviembre) . Apenas el PSC y los socios de CDC, Unió Democràtica de Catalunya -que respondieron con otro documento más suave pero igual de invasivo para la sociedad-, mostraron en público y ante los medios, eso sí, con la boca pequeña y casi pidiendo disculpas, su disconformidad con el contenido del documento conocido.
Su contenido
La estrategia de Pujol era muy básica, tal y como queda constancia en el «Programa 2000». Hay que colonizarlo todo . Primero, la teoría. «Configuración de la personalidad catalana», «divulgación de la historia y del hecho diferencial catalán», «nuevo concepto de nación dentro del marco europeo», «concienciar a nuestro pueblo de la necesidad de tener más hijos para garantizar nuestra personalidad colectiva», «divulgación de los hechos discriminatorios -de la nación catalana-», «sensibilización ciudadana para reforzar el alma social», «el sentimiento nacionalista y de liberación nacional han de ir ligados a la promoción social de las personas», «revitalizar el concepto de Cataluña como una sociedad civil viva, cohesionada, con conciencia de pertenencia» y, finalmente, «ejercer plenamente la soberanía en todos aquellos espacios donde tenemos competencias».
Tras la teoría, la práctica. «Hay que incidir de manera eficaz en todos los medios de comunicación a través de personas con una mayor influencia social positiva. Al mismo tiempo, se deben promover y potenciar las entidades con una extensión cultural y de formación que incluyan este contenido nacionalizador. Las campañas de sensibilización que se organicen han de tener como base el fomento de las fiestas populares, las tradiciones, costumbres y mitología nacional. La potenciación del modelo familiar que garantice la sustitución biológica. Reforma del Estatuto de Autonomía (...). Edición de libros, artículos de sensibilización y material de soporte para las actividades propias de cada ámbito».
Y, finalmente, el detalle. Los ámbitos de actuación. Enseñanza, universidad e investigación: «Impulsar el sentimiento nacional catalán de los profesores, padres y estudiantes» . Medios de comunicación: «Lograr que los medios de comunicación públicos dependientes de la Generalitat sigan siendo unos transmisores eficaces del modelo nacional catalán»; para lo que hay que «depurar el lenguaje», difundir contenido para crear un «estado de opinión nacional», formar periodistas y técnicos con «conciencia nacional catalana» e «introducir a gente nacionalista (...) en todos los lugares claves de los medios de comunicación». Entidades culturales y de ocio: «Catalanizar las actividades deportivas y lúdicas»; que deben recibir más subvenciones y contar con asociaciones líderes «que puedan actuar de motor y arrastrar a otras hacia una actuación colectiva de amplio espectro». Y, entre otros ámbitos (empresarial o proyección exterior), la administración pública, que debe «identificarse con los valores nacionales».