ANÁLISIS
La independencia secreta y la España que tiene que aparecer
«Lo votado hoy en el Parlament no tiene ningún valor jurídico y sí todas las consecuencias penales»
Además de ilegal, la independencia que se declaró este viernes la encarna un presidente que 24 horas antes estaba dispuesto a rendirse a cambio de su inmunidad con el pretexto cínico y falsario de preservar las instituciones catalanas y fue votada en secreto por temor a las represalias penales que tal votación pudiera generar.
¿Qué credibilidad podemos darle a una independencia que los mismos diputados que la proclaman lo hacen de escondidas por miedo a la acción de la Justicia del Estado del que dicen separarse? ¿Qué clase de valentía podemos esperar -ante las severas medidas que la aplicación del 155 implica- de unos líderes que a cambio de su solución personal estaban dispuestos a salir corriendo como cobardes el día antes?
Lo votado hoy en el Parlament no tiene ningún valor jurídico y sí todas las consecuencias penales pero también es cierto que la independencia se declaró, y que por irreal que fuera harán falta medidas reales, concretas y seguramente desagradables para restituir la Ley y el orden en Cataluña.
«Ni es fácil ni quedará España si se pierde esta batalla»
El Gobierno tendrá que fijar con templanza sus objetivos y medir con frialdad sus fuerzas. La parte independentista ha sido capaz, por los pelos y temblando, pero finalmente capaz, de llevar a cabo aquello a lo que se comprometió. Ahora le corresponde al Gobierno demostrar que está a la altura de la tranquilidad y de la confianza que pide a los españoles y que puede restituir de un modo eficaz lo que nunca debió saltar por los aires. Ni es fácil ni quedará España si se pierde esta batalla.