Iglesias baja el tono con el PSOE para alcanzar su «acuerdo del beso»
El líder de Podemos no cede en sus exigencias pese a un discurso bajo de revoluciones
Se especuló durante el día si los diputados de Podemos se levantarían de su escaño en la votación para que el gesto fuera interpretado como una abstención. La posibilidad quedó en rumor y degeneró en ficción.
Empezó Pablo Iglesias su discurso rememorando su beso con el portavoz de En Comú Podem, Xavier Domènech, en la sesión del pasado miércoles ante la «mirada inquieta del señor De Guindos». Luego ofreció su despacho para que la popular Andrea Levy y su diputado Miguel Vila «se conociesen». Paz y amor. «Solo quedamos tú y yo, Pedro» , espetó. Estupefacción en la cámara y entre los periodistas ante el primer minuto del discurso. Pero rápidamente cambió del beso al mordisco. «Hoy se va a consumar el fracaso de su pacto con Ciudadanos».
Pero Iglesias no desistió en mostrarle a Sánchez la posibilidad de «otra vía posible», que además lograría «más votos a favor en esta cámara que votos en contra». El líder de Podemos bautizó esta vez su propuesta como «un Gobierno a la valenciana», repitiendo el esquema con el que el socialista Ximo Puig gobierna en la Generalitat, con los votos a favor de Compromís y Podemos .
Dijo Iglesias que aceptaba el condicionante que Pedro Sánchez introdujo en su discurso: ese en el que el candidato a la investidura aseguró que cualquier solución para un Gobierno «de cambio» debería contar con el PSOE. Iglesias aceptó, a cambio de que Sánchez le acepte a él: «Aunque no forma parte del mejor de sus sueños gobernar conmigo».
Iglesias pidió al líder de PSOE que acepte la abstención de los partidos nacionalistas e independentistas –PNV, ERC y DiL– pero también de Ciudadanos, que pasaría entonces de único socio de los socialistas a mero facilitador. Además, hizo referencia a una evidencia: la comodidad con la que el presidente del Gobierno en funciones ha afrontado estas dos sesiones de investidura. Lamentó Iglesias no haber visto a Rajoy «preocupado» por la posibilidad de que se invistiese a un candidato socialista. «He visto a Rajoy socarrón e irónico y disfrutar de una decisión que a mí me preocupa» , señaló.
Giro a la izquierda
Tanto ayer como el miércoles, Iglesias trató de presentarse como la voz de la conciencia socialista, con un tono excesivamente paternalista que levantó ampollas en la bancada socialista. Entre ataque y sugerencia, Iglesias volvió a tender la mano a Sánchez para formar un Gobierno de igual a igual «con un programa de izquierdas de verdad».
Un Ejecutivo del que no destacó las bondades que podría tener, sino los temores que podría levantar. «A las oligarquías de este país les preocupa que se ponga de acuerdo con nosotros». Iglesias llamó a Sánchez a abandonar su pacto con Ciudadanos y virar a la izquierda. «Atrévase», le dijo en un momento.
La próxima semana Podemos retomará sus contactos con el PSOE. «Nuestra mano a partir de ahora sigue tendida», repitió en al menos dos ocasiones. El ofrecimiento no surtió efecto en ningún momento, con el recuerdo desde las bancadas socialistas de cómo el PSOE apoyó a Podemos en muchos ayuntamientos «a cambio de nada». Iglesias no mostró atisbo en su vocación vicepresidencial y advirtió a Sánchez de que en ese futuro Gobierno «las decisiones las vamos a tomar conjuntamente».
Tras tantas advertencias y reproches, Iglesias terminó como empezó: con mucho amor. « Las discusiones más agrias preceden a los momentos más dulces . Ojalá el acuerdo al que lleguemos pueda llamarse el acuerdo del beso», dijo.
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