Guerra en Ucrania

Huir en 52 horas: «Nos dijeron que teníamos media hora para hacer maletas y salir de Kiev»

Tras vivir un periplo donde reinaba el miedo y la incertidumbre, llegan a Madrid 106 españoles que se dividen entre el alivio por estar a salvo y la pena por todo lo que dejan atrás. Hay padres e hijos, parejas jóvenes y una niña recién nacida

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Los ciudadanos españoles que se encontraban en Ucrania llegaban esta mañana a Madrid EFE
Angie Calero

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Un niño rubio de ojos oscuros de cuatro años juega en una de las cafeterías de la terminal de llegadas del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. Son las siete de la mañana. El crío se llama David y acaba de pisar suelo español. Su vuelo salió la pasada madrugada desde Cracovia . Viaja con Gorka , su padre, quien se encuentra a escasos metros, en la cola para pedir algo de desayunar mientras hacen tiempo hasta que salga el autobús que les llevará a Donosti, donde les esperan los padres de este empresario español, que se estableció en Kiev cuando nació su hijo.

Con la mano derecha David sostiene la almohada que le han dado en el avión del que acaba de bajar; con la izquierda, despliega una manta roja. El color de España. Da vueltas sobre sí mismo, mientras su padre le observa y sonríe. Ahora puede respirar tranquilo porque están a salvo. «Perdí el teléfono justo antes de cruzar la frontera, por lo que hasta hace unos instantes mi familia no sabía qué había sido de nosotros », relata Gorka.

Gorka llegó a Polonia con su hijo y la madre de éste en uno de los convoyes de la embajada de España en Kiev. «Ella se ha quedado en la frontera para ayudar a unos amigos a cruzar», cuenta. Él quiere hacer lo mismo. Dejará a David en Donosti con sus abuelos y volverá a Polonia. Allí necesitan gente «que eche una mano para cruzar, pasar comida o lo que sea»: «Gracias a la ayuda de la embajada tardamos solo cuatro horas en cruzar la frontera , pero allí hay gente que llevaba siete días intentándolo cuando nosotros nos fuimos».

Miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado, tras escoltar a los civiles españoles hasta Madrid EFE

Gorka y David son dos de los 106 pasajeros del avión que el Gobierno ha fletado desde Polonia para repatriar a los españoles que han tenido que huir del horror de la guerra de Ucrania. Llegaban esta mañana acompañados por algunos de los GEO que les escoltaron para salir del país o que les recibieron en la frontera. En la cinta de recogida de equipajes, donde les recibe el ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, José Manuel Albares , todos ellos aplauden. Celebran el éxito de una misión que no era nada fácil.

52 horas de tensión

Al pisar el suelo de Madrid, los civiles españoles liberaban la tensión acumulada en las últimas 52 horas , que es el tiempo que han tardado en llegar a España desde que decidieron aceptar la ayuda de la embajada para salir de Ucrania. Han pasado miedo e incertidumbre y han temido por sus vidas y por las de sus familiares y amigos. Sus rostros proyectaban que pronto dejarán atrás estas vivencias, que pasarán a ser un mal recuerdo. Su situación y el hecho de ser españoles les ha dado esperanza. De ahí que esta mañana muchos de ellos rompieran a llorar al llegar al aeropuerto. Era el caso de José Antonio , de Murcia, quien en la frontera un sargento intentó que su hijo de 18 años se quedara en Ucrania porque desde hace escasos días ya «tiene edad para luchar» .

Antonio y María están un poco más enteros, no les queda otra al viajar con dos niñas. Viajaron a Kiev con su hija mayor para esperar allí el alumbramiento de su segunda hija por gestación subrogada . Nada más nacer, las tropas rusas ya avanzaban hacia la capital y su llegada era inminente cuando llamaron a la embajada. «Nos dijeron que cogiéramos lo imprescindible, que lleváramos máximo 10 kilos por persona y que fuéramos corriendo», relata Antonio. El personal diplomático les dijo que intentaran tardar menos de media hora en llegar. «Le contaremos a nuestra hija que sobrevivió a una guerra» , cuenta Antonio, que lleva en brazos a la niña.

Tras ellos avanzan Victoria y Roger. Ella es ucraniana y ha dejado a su madre y su hermana en Kiev. Él es catalán. El matrimonio espera su primer hijo. Ella está embarazada de siete meses . Se acababan de comprar un piso cerca del aeropuerto, por lo que «está en primera línea de fuego». Cuando ya se habían marchado, vieron como un cohete impactó a tres edificios de su casa.

Aunque eso, para ellos, ahora mismo es lo de menos. «Cada hora miro el móvil y pregunto a mi madre si sigue viva, cómo está mi hermana. Espero poder ver de nuevo a mi familia», dice ella. Hasta entonces, se instalarán en Barcelona, donde continuarán trabajando y esperarán la llegada de su primer hijo.

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