Landelino Lavilla, hombre clave en la historia de la democracia

El expolítico y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas recuerda la trayectoria de Landelino Lavilla

Javier Rupérez

Al frente del Congreso de los Diputados mostró con abundancia los rasgos que deben poseer las personas que ocupan esa elevada tribuna: ilustración jurídica y constitucional, rigor expresivo, empatía personal hacia los presididos, neutralidad exquisita con sus diversas orientaciones partidistas, flexibilidad en la aplicación reglamentaria y al tiempo autoridad para conducir con dignidad formal y sustancial los trabajos de la representación de la soberanía popular . Fue en ello un modelo de comportamiento y un ejemplo que nunca olvidaremos los que tuvimos la suerte de compartir bajo su excelente dirección aquellos primeros tiempos de las Cortes democráticas españolas.

La suya había sido una de las aportaciones fundamentales a la Transición y sus contribuciones a la Ley de Reforma Política, que fue el instrumento legislativo que dio jurídica y políticamente forma a la construcción de España como Estado de Derecho respetuoso con los derechos humanos y las libertades fundamentales, constituyen uno de los elementos claves para la comprensión de la España contemporánea. Pero en ello, como en tantas otras facetas de su atractiva personalidad, se mostró tan dado al trabajo como reacio al encomio. Y desde luego lejano a la polémica. Bastaría con leer sus relativamente recientes memorias para comprobarlo.

De convicción demócrata cristiana había formado parte fundamental del grupo «Tácito», centro de pensamiento y proposición democrática en los tiempos del tardo franquismo y primeros de la democracia y en el que había coincidido con figuras relevantes en el proceso transicional, como Marcelino Oreja o Juan Antonio Ortega Díaz Ambrona. Junto a Suárez fue uno de los principales animadores e impulsores de la UCD , y la evolución de los acontecimientos hizo que tuviera que ser él mismo el que procediera a su ordenada disolución. Amarga tarea que, como todo lo que en su vida hizo, llevó a cabo con la dignidad de hombre de bien que era.

Saludó mi primera comparecencia en el hemiciclo del Congreso tras mi secuestro en 1979 afirmando que con mi libertad todos los españoles habían recobrado la suya, palabras que siempre llevo grabadas en mi memoria. Y cuando Leopoldo Calvo Sotelo preguntaba cariñosa e irónicamente si Landelino ya estaba expuesto en su sitial, adelantaba una verdad: Landelino Lavilla siempre estará expuesto como modelo a seguir para todos aquellos que amamos la razón, la libertad y la dignidad de nuestra naturaleza humana. Que Dios le tenga en su gloria.

* Javier Rupérez es miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

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