DEFENSA Y LA XXV CAMPAÑA ANTÁRTICA DEL BUQUE
Hespérides en la Antártida: vientos huracanados, témpanos, icebergs y olas de hasta catorce metros
56 marinos dan apoyo logístico a las bases científicas de España en la zona y desarrollan 13 proyectos propios
Uno de los buques más característicos de la Armada Española es el A-33 Hespérides, cuya misión principal consiste en hacer posible grandes proyectos de investigación oceanográfica.
En estos momentos se encuentra en plena campaña antártica, navegando principalmente por el mar de Weddell, y realizando también trabajos logísticos con las dos bases españolas en el continente blanco: la base científica Juan Carlos I (isla Livingston) y la base del Ejército de Tierra Gabriel de Castilla (isla Decepción) . A más de 12.000 kilómetros de la Península.
El cruce del Mar de Hoces, entre la Antártida y el Cabo de Hornos, es el mayor riesgo al que se enfrenta una dotación de 56 marinos comandada por el capitán de fragata Emilio Regodón.
«Ahí es la altura de las olas que pueden llegar hasta los catorce metros; también nos enfrentamos a la fuerza de las corrientes en determinados pasos angostos, condiciones de brumas cerradas y visibilidad reducida. El viento es en ocasiones huracanado. Y, por último, hay que estar alerta a los hielos, tanto témpanos o icebergs a la deriva como las banquisas y frentes de hielo», explica este marino que afronta su segunda y última misión antártica antes de cambiar de destino. «Este es un privilegio con fecha de caducidad».
Desde el pasado noviembre y hasta mayo este veterano buque militar (29 años de servicio) realiza su XXV Campaña Antártica, dependiendo su misión funcionalmente del Ministerio de Ciencia e Innovación. Curiosamente, una de las particularidades del Hespérides es que once meses al año está a disposición de este ministerio y no de Defensa. Es un ejemplo magnífico de colaboración eficiente entre distintas administraciones y de integración cívico-militar.
Diseñado y construido en España para hacer ciencia en la mar, dispone de un total de 11 laboratorios (350 metros cuadrados dedicados en exclusiva) de muy diversas disciplinas. Y un sistema de cubiertas modulares configurables, que permiten instalarle en cada campaña el instrumental necesario (en ocasiones muy pesado) para desarrollar los proyectos asignados.
13 proyectos científicos
A bordo, además de la dotación de la Armada, se encuentran 37 técnicos de la Unidad de Tecnología Marina del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y los propios investigadores de los trece trabajos que se desarrollan.
Entre ellos: el proyecto Powell sobre los procesos tectónicos, oceanográficos y climáticos que conducen al desarrollo y evolución de la corriente circumpolar antártica; BravoSeis, sobre el estudio sismológico de los volcanes submarinos del estrecho de Bransfield; u otro para validar la señal recibida de los satélites de la constelación Galileo en altas latitudes.
«Lamentablemente es habitual que todos los veranos antárticos algún barco sufra una varada en bajos no conocidos»
¿Cómo se navega en aguas próximas a la Antártida? ¿Qué particularidad tienen además de las condiciones meteorológicas? El problema aquí es de «mapas»: «Menos del 10% de los mares que rodean la Antártida disponen de cartas náuticas actuales con las calidades y garantías que acostumbramos hoy en día, lo cual supone un riesgo para la navegación. Lamentablemente es habitual que todos los veranos antárticos algún barco sufra una varada en bajos no conocidos, con alcances y daños diversos desde vías de agua a hundimientos en los peores casos. Ambos factores, cartografía y meteorología, condicionan mucho la navegación y el desarrollo de las operaciones tanto científicas como logísticas».
Como cualquier otro buque de la Armada, el Hesperides también tiene otra misión relacionada con la acción exterior de España y de la diplomacia de la defensa y en este caso, científica. «Como tal, aprovechamos cada escala para reforzar los lazos de amistad y cooperación con todos los países y bases antárticas que visitamos».
El alférez de navío Rafael Hermida es uno de los oficiales de a bordo que afronta su primera campaña antártica. Relata de esta manera una de sus últimas experiencias como marino del Hespérides por la Antártida: «Hay que reconocer que este mes de enero no hemos podido disfrutar de unas vistas tan espectaculares como sí hicimos en diciembre debido principalmente a que la bruma y la lluvia nos ha acompañado casi a diario. A cambio, sí que tuvimos una experiencia única cuando nos metimos en una barrera de hielo lo cual dio pie a imágenes impresionantes en las que todo el mar alrededor del buque era blanco. Pero no solo hemos visto hielo, también hemos podido observar diferentes especies de focas y lobos marinos que se dejaban arrastrar por la corriente boca arriba mientras se acicalaban, recordándonos a algún animal fluvial como las nutrias más que a una especie de esa envergadura. Además, una gran cantidad de cetáceos se acercaban al buque, curiosos por ver de cerca a ese intruso, naranja y metálico, que paseaba por sus aguas haciendo tanto ruido».
La participación del Hespérides no es la única aportación militar española a la Antártida en estos momentos. En la base Gabriel de Castilla otros 13 militares del Ejército de Tierra comparten trabajo con científicos civiles. Esta misión es de 90 días y sus orígenes se remontan a finales de 1988 e inicios de 1989, cuando se instaló un inicial refugio militar en la Antártida.
Esta base se sitúa en un lugar inhóspito, inhabitable salvo en el verano austral: la Isla Decepción es la parte superior del volcán más activo de la región de la Península Antártica, cuyas últimas erupciones tuvieron lugar en 1967, 1969 (destruyó una base chilena y otra británica) y 1970.
Además de otros experimentos científicos, los militares probarán uniformes, drones, telemedicina, raciones de comida o comunicaciones en un ambiente adverso como es la Antártida.
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