Salvador Sostres - TODO IRÁ BIEN
Las Hermanas Sister
![Artur Mas](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2016/07/11/53554792-k8AD--620x349@abc.jpg)
Los Hermanos Dalton han decidido este fin de semana que a partir de ahora van a llamarse las Hermanas Sister. Continúan siendo los mismos, continúan haciendo lo mismo, y la única diferencia es que ahora, en lugar de disimular diciendo que quieren trabajar en el banco, reconocen abiertamente que quieren atracarlo.
En la política española hemos visto de todo en los últimos meses, pero nada tan falsario como lo de Convergència de este fin de semana. Decir que muere un partido y nace otro es la bolita de los trileros. Las Hermanas Sister continúan siendo los que cometieron los pecados del pasado, y continúa Mas liderando el invento, que es quien llevó a Convergència a la marginalidad y al extremo.
El problema no era el nombre, sino las personas concretas y su torpeza. Convergència no estaba más gastada que las demás marcas políticas, pero Mas cometió otro de sus grandes errores sacrificándola para poder salvarse, y así continuará el «expresident» cayendo de fracaso en fracaso hasta la demolición total.
Las Hermanas Sister son la novia cadáver que se ha vuelto a vestir de blanco y deambula por el palacio con su velo y su calavera, creando estupor por donde pasa. Quico Homs cambió el 20 de diciembre el nombre de su candidatura al Congreso, y obtuvo el peor resultado de Convergència de todos los tiempos. Un partido de abuelas, campesinos, y gente «de tortilla, trago y transistor» es una temeridad que se cambie el nombre aunque sólo sea por la dificultad que sus entrañables votantes tendrán en las elecciones para de encontrar la papeleta.
Los más satisfechos tras este fin de semana de espectáculo convergente son sin duda los dirigentes de Esquerra, que han visto como su rival les hacía gratis el trabajo de suicidarse sin que ellos tuvieran que tomarse la molestia –siempre antiestética entre hermanos de causa– de matarles. Convergència continúa pegada a sus vicios, a sus incompetentes y a sus tics de pedantería pueblerina. Convergència continúa con su líder atado y bien atado a la corrupción del pasado, sin credibilidad independentista, y tan amargado y enloquecido por los malos pasos que él mismo ha dado, que quiere convertir la política catalana en una suerte de redención de su propia mediocridad.
Además, el supuestamente nuevo partido ha quedado desdibujado en la más vulgar socialdemocracia, ha caído en la horterada republicana, y se proclama abiertamente independentista, dejando por lo tanto de encarnar la idea del orden, que siempre fue su principal seña de identidad. Es como si los vaqueros se hubieran puesto las plumas.
Ni Convergència ha sido enterrada ni el falsamente nuevo Partit Demòcrata Català es nada ni tiene ningún significado. El verdadero entierro de Convergència se producirá en las próximas elecciones autonómicas, cuando Oriol Junqueras sea elegido presidente de la Generalitat. Puestos a hacer el indio, y como siempre pasa, ganarán los indios de verdad. Supongo que no hace falta explicar cómo acabaron Cataluña y los catalanes la última vez que esto sucedió.
Hasta que Mas no entienda que es la trágica fatalidad andante, Convergència y sus maquillajes se irán patéticamente derritiendo como del rostro de Aschenbach en Muerte en Venecia, mientras la enfermedad se apodera dramáticamente de la ciudad.
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