Aznar manda mucho

El PP es una plaza de toros en la que los torerillos aspiran a tomar la alternativa. Entre los populares hay matadores, banderilleros y maletillas que lo que les gusta de la política, más que el toro, es ligar. Antes del mitin, coso en el que se juegan el tipo los políticos estos días, a Mañueco le vistió su mozo de espadas con traje de luces -azul charrán y oro- porque venía José María Aznar.

Nadie sabía de lo que iba a hablar el expresidente antes de que subiera al escenario, pero ya tenía al público entregado y pidiendo puerta grande para él. Aznar manda mucho, más incluso ahora que ya no manda nada . «Es un tipo que impone sin proponérselo», se murmura en el PP. Pero lo que de verdad impone es el bigote, casi más ahora que no está. La sombra del bigote es alargada. Todavía.

Vino Aznar sin bigote y mandando igual que cuando se fue en 1989. Volvió ayer a Valladolid con algo de Cid Campeador electoral proclamando que la derecha -la cobarde, la valiente, la del medio y hasta el centro- no son de Vox, sino del PP. Porque de Aznar se acuerdan en el Partido Popular solamente cuando las encuestas flaquean , le sacan -como se saca una virgen para que llueva- cuando la victoria no es tan evidente como prometen. Así se encomiendan al expresidente del Gobierno para frenar el auge de los votos que se les escapan por la derecha y van a parar al partido de Santiago Abascal, que condicionará con casi toda seguridad el próximo Ejecutivo de Castilla y León.

Mañueco no tiene bigote. Quizá por eso ayer Aznar no le dijo aquello de Fraga de las tutelas y tutías, pero tampoco hizo falta para darle la alternativa. Sobre todo porque el presidente autonómico, estos dos últimos años, ha pasado más tiempo asegurando que era presidente de la Junta de Castilla y León que siéndolo . Desde ayer, además, Mañueco es candidato. Da igual que lo escogieran hace semanas en León, lo que importa en el PP es que ayer lo hizo Aznar.