DATOS

Las grandes mareas se quedaron sin manifestantes

2012 marcó un hito en el número de protestas, superado el año siguiente; pero amainaron en 2014 porque, según los expertos, «quienes se manifestaban, ahora están en el sistema»

El año 2012 se duplicaron las protestas a raíz del 15-M ISABEL B. PERMUY

NIEVES MIRA y LUIS CANO

La décima legislatura, la de la crisis, la de las mareas y la de las protestas en la calle, apura sus últimos días. Muchos de ellos cargados de gritos y enfrentamientos. El año 2012 marcó un hito en el número de manifestaciones legales que ocuparon la vía pública, con un total de 44.233 en toda España , que aumentaron hasta las 50.788 el año siguiente, según datos del Ministerio del Interior. Desde entonces, han ido en descenso, con una tendencia a la baja generalizada en casi todas las comunidades autónomas.

[Selecciona en el menú «Visible layers», en la esquina superior derecha del mapa, un solo año para ver el número de protestas pinchando en cada provincia]

El año 2012 fue también el primero completo de la legislatura de Mariano Rajoy . En 2011, el último año de Rodríguez Zapatero en el poder, las manifestaciones fueron 21.941 en toda España (menos incluso que en 2010, cuando hubo 648 protestas más). Y 2012 fue el de la gran eclosión , el de las dos huelgas generales, el de las mareas, el de «Rodea el Congreso»… Las protestas en las calles se multiplicaron por dos. Las principales plazas del país se acostumbraron a las pancartas, a los silbidos y a los gritos día tras día.

Huelga general del 14-N en Málaga Francis Silva

La primera huelga general que vivió Rajoy, el 29-M («Quieren acabar con todo, con los derechos laborales y sociales») contra la reforma laboral . Apenas ocho meses después, otra huelga general paralizaba el país, el 14-N («Nos dejan sin futuro. Hay culpables. Hay soluciones»). Otras iniciativas como «rodea el Congreso» (25-S) tomaron las calles y dejaron las imágenes de los enfrentamientos con la Policía en los alrededores. El asfalto se convirtió en el lugar de protesta.

El 58% de las manifestaciones de 2014 fueron por temas laborales y oposición a medidas políticas y legislativas

En 2012, regiones hasta entonces tranquilas como Baleares multiplicaron las protestas . En las islas pasaron de 362 a 3.683, un incremento del más del 900%. En Cantabria, Extremadura o Castilla La-Mancha se multiplicaron por tres. Era el año de la indignación, el posterior al del 15-M, y los grupos que se habían forjado en torno a él se mostraban cada vez más activos y hacían demostraciones de fuerza a menudo.

El sociólogo Manuel Castells , en Redes de indignación y esperanza (2015), explica las razones por la que los espacios ocupados han tenido siempre un papel destacado en la historia del cambio social así como en las prácticas actuales. En primer lugar, porque crean comunidad, «y la comunidad se basa en el compañerismo, un mecanismo psicológico fundamental para superar el miedo». Este miedo, para el autor, es «el umbral fundamental que deben cruzar los individuos para comprometerse». También señala que los espacios ocupados están cargados de poder simbólico y, en último lugar, que al construir una comunidad libre en un lugar simbólico, los movimientos sociales crean un espacio público, que finalmente se convierte en político , de reunión de asambleas para recuperar los derechos que creen usurpados.

Descenso generalizado en 2014

En 2013 las manifestaciones continuaron al alza, situándose en 50.788 . Madrid registró dos mil menos que el año anterior, una tendencia repetida en casi todas las comunidades menos en Asturias –donde se multiplicaron por cuatro– y en Cataluña –donde se multiplicaron por tres–. En 2014 , el último año para el que dispone de datos el Ministerio del Interior, la cifra cayó hasta las 45.168 . Hay excepciones como la subida en Andalucía, en la Comunidad Valenciana y en Murcia.

Para comparar la cifra de manifestaciones por provincias, la elaboración de una tasa de número de protestas por cada 10.000 habitantes arroja que Navarra es año a año la líder de la lista. En 2014, fueron 47 manifestaciones por cada diez mil navarros, seguida de Guipúzcoa (24) y Álava (28). Cádiz despunta por primera vez en 2014 (26) y Pontevedra también es de las regiones que más salieron a la calle (19) en proporción al número de habitantes.

Madrid, a pesar de ser una plaza emblemática de protestas, especialmente la Puerta del Sol, es, por el contrario, una provincia con una baja tasa de manifestaciones debido a su elevado número de habitantes, sin entrar a medir el siempre controvertido número de participantes en cada una de esas protestas. En 2014 apenas llegaron a 7 manifestaciones por cada diez mil habitantes , por debajo de la media nacional, que es de 10,05. Y en 2012, el año de la eclosión, la tasa era de 5 en la capital. Entre los más rezagados se encuentran en Ávila (con una tasa de 3 protestas), Guadalajara y Santa Cruz de Tenerife, que rondan las cinco manifestaciones por cada diez mil habitantes.

Este descenso en casi todos los puntos del país se debe a tres motivos, según Alejandro Navas , profesor de sociología de la Universidad de Navarra. En primer lugar porque «movilizarse en la calle exige un gran despliegue de energía, de fuerza, que no se puede mantener durante mucho tiempo». En segundo término, porque «la crisis ha empezado a superarse y la crítica social ya no es tan aguda». Y, por último, porque « quienes se manifestaban ahora están en el sistema ; no van a ir contra sí mismos; necesitan estabilidad ahora que han cambiado el mensaje y sus comportamientos, aunque con ello se alejen de sus bases más extremistas».

¿Por qué nos manifestamos?

Entre los principales motivos para salir a la calle se encuentran los temas laborales y la oposición a medidas políticas y legislativas , que suponen el 58% del total de las realizadas en 2014. A pesar de que Interior no tiene datos desagregados para este año del País Vasco, un total de 1.326 manifestaciones fueron a favor de la libertad de presos de grupos terroristas en el resto de España. Solo 113 fueron contra el terrorismo. El número de manifestaciones a favor de la banda terrorista ETA o del acercamiento de sus presos ha rondado siempre las tres mil al año. Las que se celebran con motivo del 1 de mayo aún se mantienen, y fueron 264 en 2014 y 342 en el ejercicio anterior.

[Los datos de 2013 y 2014 de Cataluña y los de País Vasco 2014 no están desagregados teniendo en cuenta los motivos de las manifestaciones ni los promotores de las protestas]

«A la larga, la denuncia callejera cansa, es reiterativa, estéril y va perdiendo apoyo », y es en ese momento cuando alguien «con sentido táctico, con habilidad, puede ponerse a la cabeza de un movimiento popular, y decidir entre ser idealista o programático», comenta el profesor Navas. Para este experto, es vital para el movimiento ese momento en el que se decide «si quedarse fuera del sistema o si entra en él y pasa a ser uno más».

Los sindicatos han sido quienes más quebraderos de cabeza han dado a la administración y la patronal. Convocaron el 37% del total durante 2014, seguidos de las asociaciones ciudadanas (34%) y los comités de empresa o trabajadores (10%). Los partidos políticos apenas convocaron el 8% de las protestas.

«Quienes se manifestaban ahora están en el sistema; no pueden ir contra sí mismos»

Alejandro Navas

profesor de la UNAV

La mayoría de estos movimientos fueron organizados por plataformas y agrupaciones ligadas a la izquierda surgidos después del 15-M. Conscientes del declive de las protestas, fue el propio movimiento quien se declaró «en huelga» en diciembre del año en que había nacido. Desde su página web escribían: «A muchos nos parece que 15-M va perdiendo participación. Lo vemos en las manifestaciones, en las asambleas, en los barrios, en los actos, en la Red. La gente deja de sumarse, y la que lo hace, bien no llega a vincularse, bien acaba desapareciendo». Y se preguntaban: «Tal vez debiéramos preguntarnos por qué cada vez somos más invisibles , por qué estamos más desconectados entre nosotros y con la gente, por qué parece que el 15-M no hace nada». Y fue entonces cuando los grupos asociados a este movimiento se empezaron a integrar en Podemos o plataformas ciudadanas.

«Desde siempre la izquierda ha sido mucho más amiga de la calle que la derecha», comenta Navas, y, por eso, «en la medida en que la derecha acaba su ciclo en muchas autonomías y la izquierda ocupa el pode r, ya no tiene sentido salir a la calle; su objetivo está logrado ».

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